Era el quinto vaso de Brandy que bebía en la noche, y dudaba totalmente de que fuera el último.
Todos los detalles que debía atender acerca de la reapertura estaban tachados de la lista. Todo iba sobre la marcha.
Al menos en el trabajo. Porque estaba bastante seguro de que las cosas en casa eran una mierda.
Suspiro, frotándome la cara.
Ni si quiera sabía que es lo que estaba mal, pero lo que sí sabía que lo había jodido. Porque al parecer no era suficiente para Rebeca saber que le pertenecía completamente.
No, ella quería saberlo todo. Y era algo que no podía ofrecerle. Sabia que tarde o temprano tendría que darle explicaciones, pero no esperaba que fuera ahora.
Simplemente no estaba listo. Tal vez en el futuro.
O no.
Me encontraba recargado en la barandilla del segundo piso, admirando en lo que se había convertido el bar.
Lo que antes fueron dos establecimientos, logramos convertirlos en uno solo, haciendo el club más grande de la zona.
Habíamos hecho un gran trabajo aquí, quitando paredes y añadiendo paneles de vidrio a las afueras, luces de colores en el suelo y en el techo. Añadimos una barra extra para los tragos en una piedra ónix lisa. Duplicamos el personal y les pusimos uniformes.
Trabajamos muy duro por la remodelación del Storm, como lo había bautizado.
Cuando Stefan preguntó porque el cambio de nombre, no tuve las pelotas de admitir que era gracias a el color de ojos de Rebeca. Pero aún así el lo sabía.
No podía tomar una decisión sin pensar en cómo involucrar a Rebeca de alguna forma.
Me había convertido en un marica.
Recibo un mensaje de Stefan, avisando que las chicas ya se encontraba en el club.
Suspiro, odiando cada segundo del día desde que los ojos de Rebeca brillaron con lágrimas anoche. Había sido un completo cobarde cuando la dejé esta mañana en su departamento. Ella seguía dormida así que me evité una discusión innecesaria sobre algo de lo que no quería hablar.
Termino mi trago, armándome de valor para encararla.
No tuve que buscar mucho, pues sabía que estaba en uno de los apartados VIP.
Había divisado su mesa cuando tuve que parar en seco. La vista frente a mí me cortó la respiración, apretando mi pecho.
Mi hermoso ángel estaba enfundado en un vestido de una tela que parecía ser satín de un color verde olivo que combinaba perfectamente con su piel aceitunada. Sus largas piernas estaban al descubierto, terminando en unos tacones de aguja para los que ya tenía planes para divertirnos esa noche.
Su largo cabello se encontraba rizado, como tanto me gustaba. La hacia lucir libre y tan salvaje como sabia que podía llegar a ser.
Me detengo a su espalda, sintiéndome estúpido por no saber como saludar a mi chica.
Era la primera vez que salíamos en público fuera del trabajo, y no tenía ni idea de cómo acercarme a ella sin recibir una bofetada o una patada en las pelotas.
¿La abrazaba?, ¿Se me permitía besarla?, ¿La saludaba como en la jodida oficina?
Diablos, no lo sabía. Pero estaba muriendo por besarla.
Kate es la primera en verme y hace un movimiento de cabeza en mi dirección. Rebeca me mira sobre su hombro, lanzándole una mirada seductora.
Aprieto los puños a mis lados, conteniéndome de subirla a mi espalda y llevármela lejos de la multitud. Da un trago a su copa antes de tomarme de los hombros y atraerme para un beso.
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The Boss
RomanceRebeca nunca imaginó que una simple noche de chicas y alcohol terminaría convirtiéndose en el pretexto perfecto para iniciar un romance prohibido con su sexy e irresistible jefe, Miller Kent. ¿Ambos podrán resistirse a las tentaciones del otro? ¿E...