CAPITULO 8

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Mi cuerpo se sentía pesado bajo las sábanas.

¿Ya había mencionado que odiaba las mañanas de los domingos?

Estiro el cuerpo aún bajo las sábanas, después me levantó de la cama con esfuerzo, quedándome sobre la orilla por unos cuantos minutos, dándole el tiempo necesario a mis piernas de tener fuerzas para poder sostenerme.

Arrastrando los pies entro en el cuarto de baño, sorprendida por mi reflejo.

¿Desde cuándo me había convertido en una borracha dedicada?

Por primera vez en mi vida, no parecía haber salido de una película de terror apenas despertaba.

Mi maquillaje había desaparecido por completo, y no sentía la piel de lija. El cabello estaba suave y se encontraba solo un poco despeinado.

Bajando más la mirada notó que traigo una camiseta mucho más larga de lo que había sido mi vestido la noche anterior. Una rápida revisión me confirma que no llevo bragas.

Yo jamás dormía desnuda.

El pánico comenzaba a asentarse en mi cuerpo, hasta que un recuerdo de la noche anterior invade mi mente.

- ¿Dónde están tus pijamas?

-No tengo.

-¿No tienes pijamas?, ¿Entonces cómo duermes?

-Desnuda, obviamente.

Miller.

¿Había sido Miller quien me trajo a casa?

Cierro los ojos, tratando de recordar más sobre la noche anterior. No muy segura de si quería saber lo que había hecho o no.

Pero había algo que mi mente ebria no había borrado del todo.

Miller me había rechazado.

Me le había lanzado desnuda y aún así no intentó nada conmigo. Seguramente ya estaba fuera de su sistema, era muy posible que ahora estuviera en busca de su próximo sabor del mes.

Una voz en mi cabeza llama mi atención:

Pero compro el bar anoche.

Eso no significaba nada, tenía tanto dinero que posiblemente su cuenta bancaria no notaría la diferencia de unos miles de dólares.

Pero lo hizo por ti.

Lanzo un grito a la nada, liberando un poco la ira que sentía dentro de mí.

Había dicho que lo mantendría profesional y lo primero que hago al escucharlo decir cosas dulces es arrastrarlo al baño.

Mi piel estaba impregnada de su olor masculino y a su perfume, haciéndome sentir que flotaba.

Sacudo la cabeza, como si ese simple movimiento pudiera borrarlo de mi mente.

Sintiéndome furiosa, me cepillo rápidamente los dientes, y me ató el cabello en lo alto de la cabeza. Por un momento considero deshacerme de su camisa, pero desecho la idea.

Si no lo tendría a él, al menos me quedaría con su ropa.

Me dirijo a la cocina, pero me detengo por completo en la entrada. La imagen ante mi era totalmente surrealista.

Miller se encontraba de espaldas a mi, usaba pantalones deportivos y no llevaba camisa. Los músculos de su espalda se contraían debajo de la piel dorada, haciendo mi boca salivar.

En el departamento flotaba el olor a café y algo que identifiqué como tocino. Mi estómago comenzó a gruñir furiosamente.

-¿Te quedarás ahí mirando, o vendrás a comer?

The BossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora