CAPITULO 61

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No recordaba cuando había sido la última vez que había sido así de plena.
Los recuerdos de la noche anterior invaden mi mente, haciéndome sonrojar.
Mi cuerpo se sentía relajado y extasiado después de tanta actividad física y todos los orgasmos alucinantes que Miller me hizo tener anoche.
Sonrío, estirándome bajo las sábanas y extendiendo mi mano a mi lado, pero mis dedos encuentran algo crujiente en lugar de un cuerpo caliente.
Abro los ojos, dándome cuenta de que estaba sola en la habitación. Me siento en la cama, tomando una hoja doblada a la mitad que estaba sobre mi almohada.
Hay algo que debo resolver, vuelvo pronto.
No pierdas la esperanza en nosotros, Rebeca.
Te amo.
-M.
Suelto un suspiro, arrojando la carta sobre la cama.
No lo culpaba por irse.
Digo, ambos habíamos tenido un momento de debilidad anoche, y ese momento ya había terminado. Por lo que debía volver a la realidad de una buena vez por todas.
La puerta de mi habitación se abre estrepitosamente, y odiaba admitir que esperaba que fuera Miller, pero en realidad se trataba de Stefan.
Usaba una camiseta negra y pantalones de camuflaje verdes junto con una mirada enloquecida en el rostro.
Me cubro rápidamente con la sábana hasta la barbilla, confundida de verlo irrumpir de esa manera en mi habitación.
-¿Stefan?
Me ignora, rebuscando en mi armario, arrojándome unos jeans y una sudadera.
-¿Dónde están tus bragas?- Inquiere, buscando dentro de mis cajones.
-¿Qué diablos estás haciendo?- Pregunto, desconcertada.
-Vístete- Ordena, saliendo de la habitación.
Ruedo los ojos, echándole una mirada a la carta de Miller antes de saltar de la cama y cambiarme rápidamente con lo que Stefan escogió para mi.
Salgo de la habitación y al no ver a Stefan por ningún lado me adentro en el baño, cepillando me los dientes y lavando mi rostro.
Cuando salgo Stefan camina de un lado a otro, nervioso.
-¿Qué pasa?- Pregunto, frunciendo el ceño.
En todo el tiempo que llevaba conociendo a Stefan nunca lo había visto de ésta manera.
Nervioso, exaltado y preocupado, lo cual me asustaba.
-¿Stefan?- Insisto.
Alza sus ojos, que lucen verdaderamente preocupados. Toma asiento, en el sofá, moviendo nerviosamente su rodilla mientras sujeta su cabeza con manos temblorosas.
Me arrodillo frente a él, colocando una mano en su rodilla, llamando su atención.
-Habla conmigo- Le ruego.
Traga saliva antes de soltar un largo suspiro.
-Debemos irnos- Murmura.
-¿A dónde?
Niega lentamente te, apretando la mandíbula.
-Al hospital- Murmura.
Frunzo el ceño.
-¿Qué dijiste?
-Al hospital- Repite.
-¿Porqué?
Me ayuda a levantarme, tomando mi mano y llevándome hasta la puerta.
-El hospital llamó, Miller tuvo un accidente ésta mañana…
Me detengo en seco, sintiendo como mi corazón tartamudeaba un momento.
-¿Qué clase de accidente?
-Automovilístico- Responde.
-Dios santo...
Acelero el paso, siguiéndolo hasta el ascensor.
-¿Hay alguna noticia?- Inquiero.
Niega, presionando el botón del estacionamiento.
-La enfermera dijo que estaba en terapia intensiva, pero no sabremos más hasta llegar allá.
Siento como mi corazón se acelera, ocasionando que una especie de temblor invada mi cuerpo, haciéndome sentir mareada, pero aún así sigo adelante, subiendo en el asiento del copiloto mientras Stefan se desliza con rapidez entre el tráfico matutino.
Comienzo a morderme las uñas, muerta de miedo de que algo le pudiera pasar a Miller.
Él está bien, seguramente ya le está gritando a alguna enfermera porqué su café sabe a mierda, me digo a misma.
Inhalo profundamente, poniéndome más nerviosa con cada segundo que pasaba.
¿Y si no estaba bien?...
Meneo la cabeza, tratando de alejar ese pensamiento. Acaricio mi vientre, tratando de reconfortar a mi bebé.
Todo estará bien campeón, ya lo verás.

Cuando llegamos al hospital ni si quiera titubeo al entrar, buscando rápidamente un módulo de información.
-Por aquí- Indica Stefan, llevándome consigo.
Entramos en el elevador, nerviosos todo el camino que tarda en subir hasta el piso donde creía se encontraba Miller.
Cuando las puertas por fin se abren salimos disparados. Stefan corriendo por los pasillos y yo detrás de él, tratando de no desmayarme.
Se detiene abruptamente en una pequeña sala de espera, donde estaban Ethan, Kate, Sarah y Jared, luciendo verdaderamente preocupados.
-¡Rebeca!- Salta Kate en cuanto me ve, corriendo hacía mi, y abrazándome con fuerza.
-¿Él está?...
No termino la oración, conteniendo un sollozo.
Por favor dios, que esté bien.
-Esta vivo- Murmura contra mi oreja.
-¿En serio?
Asiente, separándose y sujetándome de los hombros.
-Pero muy apenas- Admite.
Stefan se acerca y me ayuda a tomar asiento.
-Estará bien, no te preocupes. Bien dicen que mala hierba nunca muere.
Kate golpea su brazo, callándolo.
Ethan estaba en la ventana, pareciendo solitario y molesto. Y yo creía que nunca había sido tan parecido a su hermano como en ese momento.
Por lo que las cosas debían ser peor de como las pintaban.
Sarah estaba llorando desconsolada sobre el pecho de Jared, quien me sonríe triste mientras trata de consolar a su esposa.
-¿Dónde está?- Le pregunto a Kate.
Aprieta los labios, echándole una rápida mirada a Stefan.
-A un par de habitaciones de aquí, pero aún no nos dejan verlo.
-¿Qué ha dicho Miller?- Inquiero- ¿Alguien ha hablado con él?
Sarah deja de llorar, mirándome con los ojos irritados.
-Stefan- Dice en un sollozo- ¿No se lo dijiste?
Me giro hacía Stefan, quien evita mi mirada.
-¿Decirme qué?
Todos se quedan callados, mirándose entre sí.
Harta de tantos secretos, me levanto, mirándolos con el ceño fruncido.
-¡¿Alguien puede decirme que mierda está pasando?!
-Nadie ha hablado con Miller, Rebeca- Dice Ethan, dándose la vuelta y mirándome con pesar.
Trago saliva.
-¿Siquiera lo han intentado?...
-Nadie ha hablado con él porque no está consciente.
No.
Retrocedo un paso, negando.
-Lo encontraron inconsciente dentro de su auto- Explica- Y no ha despertado desde entonces.
-Pero…, ¿Estará bien?
Aprieta los dientes, negando.
-No lo sabemos- Cierra los ojos, tomándose un segundo antes de continuar- Los doctores lo han declarado oficialmente en coma.
Mis piernas fallan un poco, y la persona detrás de mí me regresa a mi lugar, abrazándome por los hombros, reconfortándome.
Pero sobraba decir que no me sentía mejor.

Habíamos pasado cinco horas en espera de noticias sobre Miller sin éxito.
Cada que una enfermera o algún doctor pasaba cerca de nuestra sala de espera, todos comenzábamos a acribillarlos de preguntas, por lo que evitaban a toda costa pasar cerca de nosotros.
Los padres de Miller estaban en camino, y hace un rato que Sarah se había ido a casa con las gemelas.
Stefan había intentado darme algo de comer, pero simplemente estaba tan asustada y nerviosa que ni si quiera podía pensar en comida.
Desdoblo por milésima vez la carta en mi bolsillo, repasando la caligrafía de Miller con los dedos.
Te amo.
Oh, Miller.
¿Qué era tan importante que debías salir por la madrugada?
La puerta de la sala de espera de abre, dejando entrar a una mujer morena de cabello negro, a la cual reconocí cómo la mujer que fue en busca de Miller en la estación de policías.
Se acerca hasta Stefan, abrazándolo con fuerza.
-Vine tan rápido cómo pude, ¿Alguna noticia?
Stefan la lleva hasta el otro lado de la habitación, donde se pone a hablar con ella acerca del estado de Miller.
El nuevo sabor del mes.
Las palabras de William resuenan en mi cabeza.
Tal vez, después de todo, no era la única que lo esperaba en casa.
Un nudo se aprieta en mi pecho, y me remuevo incómoda.
La mujer era menuda y hermosa, con su cabello liso moviéndose a su alrededor de una manera casi hipnotizante. Usaba un vestido blanco con pequeñas flores amarillas que se aferraba a su pequeña cintura.
Trato de cepillar mi cabello y alisar mi ropa, pero desisto en cuanto un doctor entra con la cabeza gacha a la sala de espera, llamando la atención de todos.
Salto de mi lugar, corriendo hasta el hombre que está leyendo una carpeta.
-¿Familia de Miller Kent?
Alza la mirada y sus ojos se clavan en un punto de la habitación, luciendo verdaderamente pasmado. Se frota los ojos y vuelve a leer los documentos en su mano.
-Son gemelos- Explica Stefan, posicionándose a mi lado- ¿Hay noticias?
El doctor suspira, negando.
-Lo siento- Nos señala las sillas y tomamos asiento, atentos a sus próximas palabras- El señor Kent sufrió una fuerte lesión traumática en la cabeza, y sumando el hecho de que estuvo expuesto por un tiempo considerable a las toxinas del humo y gasolina, ha caído en coma.
>>Hemos tratado las heridas internas, pero fuera de eso, ya no hay más que podamos hacer más que esperar.
-¿Esperar a qué?- Inquiere Ethan.
El doctor traga saliva.
-Esperar a que despierte, y entonces sabremos si hay algún daño significativo. Normalmente son sobre la pérdida de memoria o alguna discapacidad cognitiva.
>>Pero si pasa más de un mes en el mismo estado, entonces…
-¿Entonces, qué?
Toma aire antes de continuar.
-Tendrán que tomar la decisión de cuanto tiempo seguirá conectado en la máquina respiratoria. Dado que el señor Kent no puede respirar por sí mismo, la máquina es lo único que lo mantiene con vida en este momento.
Stefan frunce el ceño.
-¿Qué pasa si no despierta antes del mes?
-Cuando los pacientes como el señor Kent se encuentran en este estado por más tiempo, son consideradas en un estado vegetativo persistente o incluso con muerte cerebral.
Oh dios.
-Pero si lo desconectan de la máquina respiratoria, significaría que Miller…
El hombre asiente.
-Lo lamento mucho.
-¿Podemos verlo?- Se acerca Ethan, luciendo tremendamente vulnerable.
-Claro, pero cómo está muy delicado en éste momento, sólo pueden entrar dos personas.
-Muchas gracias, doctor- Le dice la mujer morena.
Cuando el doctor sale de la habitación todos nos quedamos callados, abrumados por la nueva información.
-¿Estás bien?- Pregunta la mujer, tomando asiento a mi lado.
Me remuevo incómoda.
-Me parece que no nos han presentado, Rebeca- Dice, regalándome una sonrisa.
-¿Cómo sabes mi nombre?- Inquiero.
-Bueno, eres de lo único que Miller habla.
Frunzo el ceño.
-¿Miller habla de mí contigo?
Asiente.
-¿No es un poco sádico?- Pregunto dudosa.
Sus ojos se abren de par en par.
-¡Oh por dios!, ¡Te juro que nada está pasando entre nosotros!
-Yo solía decir lo mismo- Respondo mordaz, mirando mi vientre abultado.
La mujer niega, luciendo acalorada.
-Soy Jennifer Davis, la psicóloga de Miller- Se presenta.
La miro atónita.
-¿La qué?
Sonríe.
-Su psicóloga- Repite, tomando mi mano entre las suyas- La única relación entre Miller y yo es meramente profesional.
Suelto un suspiro tembloroso.
-¿En serio?
Asiente, sus ojos llenándose de lágrimas.
-Miller quería lo mejor para ti y para el bebé, quería que lo supieras.
Me muerdo el labio.
-No lo creo, él dejó muy claro que no lo quería.
Jennifer aprieta mi mano.
-Créeme, yo sé de lo que hablo.
-Bueno, la experta eres tú, supongo.
-Lo soy- Admite, frunciendo el ceño- Pero, no lo entiendo. ¿Miller no habló contigo?, dijo que te buscaría en el club anoche…
Mis mejillas se sonrojan.
-Bueno, nosotros no hablamos exactamente- Admito.
-Oh, bueno, eso explica mucho- Ríe.
La puerta de la habitación se abre estrepitosamente, revelando a una mujer rubia, a la cual tarde unos segundos en reconocer como Dove.
-¡Dime que está vivo!- Le grita a Stefan, arrojándose a sus brazos.
No logro salir de mi asombro, viendo a la súper modelo Dove Trainor en un pantalón de chándal, sin maquillaje y el cabello revuelto en un moño sobre su cabeza.
-Él está bien, no te preocupes por nada- Le dice, sujetándola por lo hombros, echándome una mirada- Creo que deberías irte.
Dove niega.
-No hasta después de verlo.
En ese momento una enfermera con uniforme azul entra a la sala.
-Buenas tardes- Saluda- Vengo a traer los pases de acceso para la habitación del señor Kent. Y les recuerdo que sólo se admiten familiares.
Mi pecho se hunde.
Ni si quiera era su novia.
Stefan suelta a Dove y camina hasta donde me encuentro, arrodillándose frente a mí.
-Él querría que lo usaras- Toma mi mano y desliza un anillo en mi dedo anular- Anda, ve.
El zafiro brilla con fuerza en mi mano, dándome algo de esperanza. Ethan toma mi mano y me entrega uno de los pases.
-Vamos pequeña, no hagamos esperar a mi hermanito.
-¿Ella es familiar?- Pregunta la enfermera, mirándome de pues a cabeza.
Me quedo callada, no sabiendo que decir.
-Es su prometida- Interviene Ethan, mirándola mal- ¿Ya nos puede llevar con él. Está embarazada y no creo que tanta tensión sea buena para ella o para el bebé.
La mujer traga saliva, roja de la vergüenza.
-Por aquí- Se da la vuelta, caminando fuera de la habitación.
Le doy una última mirada a mi alrededor, encontrándome con los ojos de Kate, quien me anima a seguir con una sonrisa.
Ethan rodea mis hombros, prácticamente empujándome hasta la habitación. Mi respiración se acelera, y cierro los ojos, tratando de tranquilizarme.
Mi mirada baja hasta mi vientre.
Todo estará bien.

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