En el camino a mi departamento me tomo mi tiempo para pensar en el lindo gesto de Miller.
Era obvio que ya sabía que iría esa noche, pero no lograba entender porqué no me lo había dicho. Quería creer que todo era parte de la misma sorpresa.
Pero aún con eso en mente, no había sido menos impactante la vista que tuve al llegar a mi departamento.
Varias docenas de rosas rojas adornaban cada superficie del departamento, logrando que un olor dulzón flotara en el aire.
A donde sea que mirara, lo único que veía era rojo, y nunca había estado tan feliz de ello.
Me acerco a uno de los jarrones y leo la tarjeta que estaba sobre las flores.
Vale la pena si tus ojos brillan de la forma en que sé que lo están haciendo en este momento.
M.
Las lágrimas amenazan con salirse de mis ojos, pero entonces recuerdo que jamás podría repetir un maquillaje cómo este y me contengo.
A duras penas, pero lo hago.
-No empieces de llorona, se te hará tarde Cenicienta.
Levanto la mirada, más que decepcionada al darme cuenta de que se trata de Ethan.
-¿Dónde está Miller?
-¿A quién le importa donde esté ese cara de culo?- Replica.
-¡A mí!
Se encoje de hombros, abriendo una carta de otro jarrón.
-¡Oye!, ¡Eso es mío!
Me ignora, leyendo su contenido de todas maneras.
-“Amarte es tan fácil que a veces ese es el problema"- Lee en voz alta, haciendo una mueca- Flores y cartas a mano- Dice negando- Demonios Rebeca, convertiste a mi hermano en un marica.
Le quito la carta, recogiendo las demás de los floreros, decidida a leerlas más tarde.
-¿Ya llegó?- Grita Kate, entrando a la estancia- ¡Te dije que me avisaras en cuanto llegara!
-¡Acaba de llegar!
Kate rueda los ojos, viniendo a por mi.
-¡Te miras preciosa!
Sonrío.
-Pasé literalmente todo el día en el Spa- Suspiro- No recuerdo cuando fue la última vez que me sentí tan tranquila y relajada.
-Un día antes de que nacieras, seguramente.
Ambas reímos.
-¿Irán a la recaudación?- Pregunto, notando que ambos estaban vestidos para salir, pero no lo suficiente para una gala.
Kate niega, acomodando uno de sus aretes en su lugar.
-No podemos. Los muchachos de Ethan jugarán un partido importante ésta noche.
Asiento, recordando la platica que tuve con Kate acerca del trabajo de Ethan, que, según ella, se parecía más a un sueño que a un trabajo.
Si Miller Kent era quien manejaba las telecomunicaciones en New York, Ethan Kent era quien monopolizaba el mundo de los deportes.
Era dueño de varios equipos en distintas ligas y diferentes deportes. Pero no era ningún secreto que su mayor logro era ser el único dueño de los NYC STARS, el mejor equipo de fútbol americano de la década, quienes no habían perdido ni un solo juego en ésta temporada.
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The Boss
RomanceRebeca nunca imaginó que una simple noche de chicas y alcohol terminaría convirtiéndose en el pretexto perfecto para iniciar un romance prohibido con su sexy e irresistible jefe, Miller Kent. ¿Ambos podrán resistirse a las tentaciones del otro? ¿E...