CAPITULO 16

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Ninguno de los dos había dicho nada en todo el camino, ni si quiera cuándo llegamos a su departamento.

Rebeca había ido directa al baño a darse una ducha. Cuando quise entrar me di cuenta de que la puerta tenía seguro.

Suspirando con pesar, me dirijo a la habitación.

De nuevo estaba distante, pero esta vez era diferente. Lo sabía.

Me deshago de los zapatos y la camisa. Sentándome a los pies de la cama, sostengo mi cabeza con las manos. Intuía que la etapa fácil de nuestra relación se había terminado. No me emocionaba al respecto, pero debíamos afrontarlo.

La puerta del baño se abre, dejando salir una nube de vapor. Me enderezó en mi lugar, viendo como rebeca sale con una camisa mía y el cabello mojado.

Se detiene en seco en la puerta de la habitación, mirándome con ojos abiertos.

-¿Sigues aquí?- Pregunta en voz baja.

¿Creía que me iría?

-¿Quieres que te deje sola?- Pregunto.

¿Qué iba a hacer si ella decía que sí?

Seria muy incómodo para ambos cuando me negara a dejarla aquí sola en ese estado.

Niega, con los ojos llorosos.

Abro los brazos, invitándola a acercarse. Corre, abalanzándose hacia mi pecho. Sus piernas me rodean la cintura y sus brazos estaban enroscados fuertemente en mi cuello, escondiendo el rostro en mi hombro.

Su cuerpo temblaba débilmente contra el mío, y lo único que podía hacer era abrazarla más fuerte, y cepillar el largo de su cabello.

Nos quedamos un rato así. No sé si fueron minutos u horas, y no me importaba. Me habría quedado años en esa posición si era lo que ella necesitaba.

Después de un tiempo, la respiración de Rebeca se tranquiliza, pero su agarre sigue siendo fuerte.

-Tenía veinte años cuando diagnosticaron a mi madre con cáncer- Comienza a hablar- Y murió un año después, acabó rápidamente con ella- Dice con pesar- Ahí empezaron mis problemas, por decirlo de alguna manera. Mi padre nos llevó a hacer estudios a mi y a mi hermana, quería saber si había algo mal con nosotras, y de ser así, quería que comenzaremos el tratamiento cuanto antes.

Guarda silencio.

Cierro los ojos, sintiendo como una mano estruja mi corazón, haciéndolo pedazos. Si esto era solo el principio de su historia no estaba seguro de poder llegar al final.

¿Estaba tratando de decirme que estaba enferma?

Las lágrimas amenazaban con salir de mis ojos, pero me contuve. Uno de los dos debía ser fuerte. No podíamos derrumbarnos juntos.

Debía cuidar de ella.

-Para la suerte de ambas, ninguna estaba enferma- Continua- Pero en los exámenes descubrimos que era infértil. El médico recomendó seguir un tratamiento para mejorar la fertilidad y tener una oportunidad. Era joven y mi vida estaba empezando, pero yo sentía como si estuviera terminando.

>>Un tiempo después fui diagnosticada con depresión. El detonante había sido la enfermedad de mi mamá, y después de eso solo fue empeorando. Antes de eso creía que la vida era fácil, sabes.

Se queda callada, pensando en sus próximas palabras.

-Estaba comprometida- Susurra.

Eso llama mi atención.

The BossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora