CAPITULO 47

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6004800 segundos.
10080 minutos.
168 horas.
7 días.
Ése era el tiempo en el cual no había tenido noticias de Miller, y la misma cantidad de tiempo en la que no había parado de llorar y lamentarme.
Apenas si había dejado mi habitación en ese tiempo.
Había llamado a la editorial para avisar que me tomaría unos días por enfermedad y no dudaron en otorgármelos.
Pasaba mis días durmiendo y teniendo pesadillas de aquel día en el que el hombre que amaba se alejaba de mí, despertando sobresaltada y con el corazón acelerado, sólo para descubrir que no se había tratado de un sueño, sino que había sido real.
Entonces vuelvo a caer rendida en la cama, comenzando a llorar hasta quedarme dormida nuevamente.
Comía lo necesario para el bebé, pero creía que helado y papas fritas no eran lo que necesitaba, pero ni si quiera eso parecía importarme. No tenía fuerzas para cuidar de mi, y no podía imaginar tenerlas para cuidar de otra persona.
Tal vez el estado había tenido razón con respecto a mí, después de todo.
Las cosas se pusieron bastante mal cuando Kate se lo dijo a Ethan, y él tuvo una reacción bastante diferente a la de su hermano.
Se había puesto muy feliz, gritándolo a los cuatro vientos, literalmente, porque fue por un megáfono a su auto y empezó a gritarlo por los pasillos del edificio y por cada ventana del departamento.
Cómo Kate se había negado a dejarme sola, Ethan se mudó de tiempo completo a nuestro departamento, y se la pasaba detrás de Kate, besando el suelo que pisaba.
Me sentía feliz por ellos, sabía que no era tan fácil para Kate, pero creía que con la ayuda de Ethan ella podría superar sus problemas antes de que llegue su bebé para poder concentrarse sólo en lo que importa.
Su familia.
La puerta de mi habitación se abre, dejando entrar un poco de luz.
-Vete- Murmuro, o creo que lo hago.
Un par de manos se deshacen de la sábana que me cubre, por lo que me acuesto boca abajo y me cubro la cara con la almohada,  que segundos después desaparece también.
-¿Qué te pasa?, ¡Déjame en paz!
Kate abre las ventanas, dejando que los rayos del sol me den directamente en la cara.
-¡Ya salió el sol, solecito!
Ruedo los ojos.
-No molestes Lewis, estaba durmiendo.
-Ya lo sé- Responde- Igual que toda la semana pasada.
-¿Y eso a ti qué?
Frunce el ceño.
-Te di una semana.
Suelto un bufido, haciéndome un ovillo en mi cama. Pero Kate tiene otros planes, porque toma una almohada y me la lanza a la cabeza.
-Una semana para que llorarás, patalearas y te lamieras las heridas, ¿Y sabes qué?, esa semana ya pasó.
Niego.
-No me siento mejor.
-Y no te culpo. Pero ya es suficiente, tienes que empezar a ver por ti- Su mirada viaja a mi vientre- Y por el bebé.
-El bebé está bien- Digo, acariciando la piel alrededor de mi ombligo.
Kate se sienta en la cama.
-No creo que esté bien si lo único que su mamá come es helado de chocolate.
-También de pay de queso- Murmuro.
Me mira mal.
-Tampoco es suficiente.
Trago saliva, sabiendo que tenía razón.
Kate deja un frasco a mi lado.
-¿Qué es eso?
-Vitaminas prenatales.
-¿De dónde las sacaste?
Rueda los ojos.
-Ethan me está obligando a tomarlas y compré un frasco para ti. Porque si alguien está detrás de mi trasero yo estaré detrás del tuyo.
-No es necesario, puedo hacerlo yo misma.
Enarca una ceja.
-¿Cando fue tu última comida?
Me lo pienso unos segundos.
-¿Qué día es hoy?
Suelta un suspiro, exasperada.
-Eres increíble.
Abrazo la almohada, cerrando los ojos con fuerza.
¿Sientes eso?
Toma mi mano, presionándola contra su corazón.
-Late por ti, para ti Rebeca.
A pesar de tener los ojos cerrados, las lágrimas se escapan y logran rodar por mis mejillas. El nudo en mi pecho se aprieta, causando un dolor sordo que me impide respirar con normalidad.
Kate me abraza, rodeando mis hombros con sus brazos, dejándome llorar en su pecho.
Me sentía cómo cuando las cosas con Michael se terminaron, sólo que mil veces peor.
Mucho peor.
No había mucha diferencia entre un cascarón vacío y yo.
A excepción de que yo no estaba realmente vacía.
Había un bebé creciendo dentro de mí, y por más emocionada que haya estado al principio, no creía poder hacer esto sola.
No sin Miller a mi lado.
Había imaginado cien escenarios diferentes en los cuales éramos buenos padres, viendo por el futuro de nuestro hijo, tal vez con un par de peleas de por medio, estando molestos cuando llegaran tarde a casa y orgulloso cuando cumpliera sus sueños.
Pero al fin y al cabo, juntos.
Pero ahora sólo quedaba yo.
Y no pensaba decepcionar a éste bebé.
Tomo una respiración profunda, cortando los sollozos. Desenredo mi cuerpo del de Kate, tomando asiento en la cama. A duras penas puedo levantarme, pero cuando lo logro, estiro los músculos agarrotados.
-Levanta el culo- Le digo, quitando el cubre colchón y llevándolo junto con las sábanas a la lavadora, empezando el ciclo.
-¿Estás bien?
Asiento, viendo cómo el agua empezaba  a cubrir la ropa.
-¿Crees estar de humor para una visita rápida al Spa de Emery?
Me muerdo la mejilla, sospesándolo.
-Lo estaría si prometes que será todo menos una visita rápida.
Kate aplaude, alegre.
-¡Así se habla!
Sonrío, o al menos creo que lo hago.
-Debo darme una ducha- Murmuro.
Kate hace una mueca.
-Deberías hacerlo, apestas.
Ruedo los ojos.
-Bésame el culo.
Antes de cerrar la puerta del baño la escucho gritar.
-¡Después de que tomes un baño, hablamos!
Meneo la cabeza, negando.
Me observo en el espejo, notando por primera vez en días mi reflejo.
Y odié cada centímetro de él.
Mis ojos lucían cansados y opacos a pesar de haber pasado días enteros durmiendo, mis labios estaban resecos y agrietados, un grano resaltaba en mi frente, haciéndome parecer un unicornio con una severa adicción al crack.
Mi cabello estaba tan enredado que sabía que dolería en cuanto intentara cepillarlo.
Intento llorar gracias a la imagen frente a mí, pero descubro que no hay nada.
Me había quedado sin lágrimas.
El reflejo frente a mi me sonríe de manera cómplice, sabiendo lo que venía.
Estaba lista para volver a ser yo, y ésta vez no habría hombre que lograría derrumbarme.

The BossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora