CAPITULO 30

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Estaba total e irrevocablemente enamorada.

Y eso que sólo había visto el vestíbulo del edificio.

-Lo sé, lo amas, ¿No es cierto?

Meneo la cabeza, estudiando las plantas que adornaban el vestíbulo.

-Me voy a guardar mi opinión hasta haberlo visto todo.

Mentirosa.

Ya podía verme fácilmente llegar todos los días a ese vestíbulo donde el suelo tenía un rico olor a limón y el ascensor funcionaba a la perfección.

Trina, la agente que había contratado Kate, nos dirige por un largo pasillo, en lo que sería, estaba segura,  nuestro nuevo hogar.

Kate me toma de la mano, infundiéndome seguridad. Con una mirada se lo agradezco, apretando su mano de vuelta.

Trina abre la puerta, haciéndose a un lado, Y dejándonos entrar. Ambas contenemos la respiración, tratando de asimilar lo que nos rodea.

El departamento en sí era sólo un par de metros más grande que el nuestro, las paredes y pisos eran todos de un blanco brillante, esperando por algo de color para hacerlo reconfortante.

Toda la pared del norte, no existía, pues había sido reemplazada por un enorme panel de vidrio desde el suelo hasta el techo, permitiendo la máxima entrada de luz natural.

Pero eso ni si quiera era lo mejor, sino las vistas.

Acercándome a trompicones, observo maravillada como New York se desplegaba a mis pies, luciendo prometedor. Kate suelta un suspiro, y sabía que ella no estaba viendo la ciudad, sino el parque que estaba cruzando la calle.

-Desde aquí se puede ver el carrusel- Murmura, con un hilo de voz.

Sus ojos se llenan de lágrimas, por lo que me acerco y la rodeó con mi brazo, apoyando mi cabeza en su hombro, reconfortándola.

-Debe ser hermoso por las noches.

Asiente lentamente, dándome la razón.

-Lo conseguiste- Murmuro.

-¿Qué cosa?

Golpeo mi cadera contra la suya.

-Lo amo.

Sonríe victoriosa, secándose las lágrimas que habían comenzado a derramarse por su barbilla.

-Y eso que aún no has visto el baño.

Niego.

-No puede ser mejor que esto- Señalo las vistas.

Una sonrisa lobuna se desliza por sus labios.

-Créeme, el baño cerrará el trato.

Me toma de la mano, jalándome hasta una puerta que supuse era la del baño.

-¿Lista?

Asiento, ansiosa por tanto misterio.

Abre la puerta y tengo que obligarme a no soltar un grito como tanto quería.

Todo era blanco, sin incluir los detalles como las llaves del lavabo, o las patas de la tina, que eran doradas. El lavabo era de mármol brillante y sobre éste había un enorme espejo con luces en la pared.

La regadera tenía una mampara de cristal con estantes a los lados, para colocar los productos de aseo. Pero siendo sincera, yo no despegaba la vista de la tina de mármol que estaba al otro lado del baño.

Era como si todos mis sueños se estuvieran haciendo realidad al mismo tiempo, por lo que me sentí muy abrumada en ese momento.

Lo tenía todo.

The BossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora