CAPITULO 23

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-¿Crees que he subido algo de peso?- Pregunta, viéndose en el espejo de cuerpo completo.

Me había levantado temprano para el trabajo, dado que me encargaría de mis tareas y de las de Rebeca. Estaba a punto de irme cuando ella salió de la ducha, entrando sólo en ropa interior a la habitación.

Dejo de acomodar mi traje, tomando asiento a los pies de la cama, admirándola.

Rebeca estaba examinando de cerca las curvas de su cuerpo, mientras que yo me encontraba embelesado gracias a la imagen ante mi.

La tela de sus bragas se aferraba a la piel de su trasero de una manera que me hacía salivar sobre mi barbilla. Eran de un color verde olivo que lucía jodidamente bien en ella.

Siempre dices eso, marica.

-¿Miller?- Llama mi atención.

A regañadientes alejo mi mirada de su cuerpo, encontrándome con sus ojos.

-¿Hmm?

-¿Escuchaste algo de lo que te dije?- Pregunta molesta, poniendo los brazos en jarras.

-Hmm- Respondo distraído por la vista de sus pechos, quienes caían pesadamente dentro del sostén.

-¡Miller, maldita sea!

Vuelvo mi atención nuevamente a su rostro, que lucía claramente molesto.

-¿Sí, cariño?

Frunce el ceño.

-Te pregunté algo.

Carajo.

Al ver que no contesto, suelta un suspiro de exasperación.

-Te pregunté que si me veía gorda.

Vuelvo a recorrer sus curvas con la mirada, mis manos picando por algo de contacto.

-Luces completamente hermosa, cielo. Si dios es una mujer, estaría jodidamente celosa de ti- Admito, cautivado por la ninfa frente a mi.

Me mira mal, enmarcando una ceja.

-Eso no es lo que te pregunté.

La miro confundido.

Eso era probablemente la cosa más romántica que le había dicho y no le había importado un carajo.

-¿Entonces qué es lo que preguntaste?- Pregunto pacientemente.

-Te pregunté si me miraba gorda.

Enderezo la espalda, sabiendo que estaba en terreno desconocido.

¿Qué demonios debía decir?

Le había dicho que se miraba hermosa y esa respuesta no parecía haberla satisfecho ni un poco.

-Uhm, te ves…

-Sigue- Gruñe.

Trago saliva.

-Te miras igual que siempre, cariño.

Rebeca rueda los ojos.

-Tú no sabes nada de mujeres- Murmura molesta.

Me froto el rostro con frustración.

-Rebeca, ¿Qué es lo que quieres que diga?

-Nada- Me escupe, sacando un par de pastillas de su bolso.

Frunzo el ceño.

-¿Estás bien?, ¿Te duele algo?- Le digo preocupado, acercándome a ella y colocando las manos en sus hombros.

The BossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora