Faltaban dos semanas para la gala de recaudación y aún no me sentía lista para el gran día.
Las últimas semanas había estado trabajando horas extras para que todo estuviera listo a tiempo. Había organizado firmas de libro para antes de la cena, una cabina de fotos para escritores y lectores, todo lo que les brindará una relación más personal entre ellos.
Estuve en constantes citas de pruebas de postres, dándole el visto bueno a los arreglos florales y a las esculturas de hielo. Había pasado horas para escoger la mantelería perfecta, porque nadie me había dicho la gran diferencia entre el color Champagne y el Marfil.
Había estado enviando canastas con regalos como invitación a otras editoriales y a los escritores invitados. Canastas que había estado haciendo en la sala de mi departamento.
Así que cuando no estaba investigando acerca del licor favorito de los editores de todas las editoriales de New York, estaba haciendo, de hecho, mi trabajo. En el cual al menos una vez al día me amenazaban con irse a otra editorial que cumpliera con sus expectativas, y cada una de las veces tenía que contenerme de mandarlos a la mierda.
Tenia que lidiar con eso y más, como los plagios de obras que intentaban publicar bajo su nombre.
Todo el estrés había estado haciendo acto de presencia de maneras físicas nada agradables. Había bajado de peso, tenía bolsas bajo mis ojos, estaba cansada y malhumorada todo el día, y estaba el hecho de que tomaba medicamento como caramelos para las constantes migrañas y el dolor de espalda.
Por eso casi le arranco la cabeza a Ana cuando entra a mi oficina con un fajo de papeles bajo el brazo. Se suponía que estaba en mi hora de almuerzo, pero siendo sincera, no recordaba cuando había sido la última vez que había comido mis tres comidas del día.
Me mantenía en pie a base de cafeína y orgasmos.
-Aquí están las últimas solicitudes de libros por publicar.
La miro esperanzada.
-¿Las últimas?
Asiente.
-De la semana pasada.
Al notar que estoy frunciendo el ceño continúa.
-Te atrasaste- Explica.
Suspiro, masajeando mis sienes.
-¿Qué más hay por hacer?
Revisa su agenda antes de dejar otra carpeta en mi escritorio.
-Éstas son las solicitudes de ésta semana. Hay clientes importantes ahí- Señala los papeles- Más vale que les eches un ojo, o si no el señor Kent tendrá tu cabeza en su escritorio, y después la mía.
Evito poner los ojos como corazones ante la mención de Miller. Ése hombre me tenía verdaderamente mal de la cabeza.
-¿Algo más?
Baja la mirada nuevamente a su agenda, asintiendo.
-Necesita confirmar su asistencia a la cita con la emisora.
Cierro los ojos, suspirando.
-Recuérdame para qué es la cita.
-Para dar un anuncio público sobre la gala, responder preguntas y habar sobre el evento en sí.
Asiento, cansada.
-Bien, confírmalo. Agrega la cita en mi agenda.
-Claro, señorita Taylor.
-Rebeca- La corrijo- Por dios Ana, me compraste tampones ésta mañana, creo que ya deberías de llamarme por mi nombre de pila.
-Está bien, Rebeca- Responde saliendo de mi oficina.
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The Boss
RomanceRebeca nunca imaginó que una simple noche de chicas y alcohol terminaría convirtiéndose en el pretexto perfecto para iniciar un romance prohibido con su sexy e irresistible jefe, Miller Kent. ¿Ambos podrán resistirse a las tentaciones del otro? ¿E...