CAPITULO 26

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William era un excelente bailarín.

Sus manos me sujetaban suavemente, guiando mis movimientos al compás de los suyos.

Trataba de ver a cualquier parte que no fueran sus ojos, pues a pesar de a ver sido yo quien dijo que sí, no me sentía cómoda con esto.

Me sentía tan dolida y enojada por lo que acababa de presenciar, que ni si quiera lo pensé cuando me lancé a los brazos del primer hombre que se me paró en frente.

Tal vez no era tan buena persona como Miller creía que lo era.

-Escuché que fuiste tú quien llevó a cabo la recaudación- Escucho decir a William sobre mi cabeza.

-¿En serio?

Asiente.

-Sí, y déjame decirte que hiciste un gran trabajo aquí.

Niego suavemente.

-Yo no hice gran cosa, todo se debe al señor Kent- Contesto humildemente.

William ríe.

-Cariño, conozco a Miller desde hace años. Y jamás me había invitado a alguna fiesta de ningún tipo. Mucho menos enviar una canasta con licor y panecillos recién hechos.

Me sonrojo.

-No tenía idea de que no era invitado en estos eventos- Comento, cambiando de tema.

William suelta un suspiro.

-Si bueno, no es un secreto que Miller Kent es un hombre reservado.

Asiento, recordando que se había salido con la suya en cuanto a guardar secretos se trataba.

Seguimos bailando hasta que rompe el silencio de nuevo.

-Quiero proponerte algo, linda.

Mis ojos se abren como platos. Me remuevo incómoda, tratando de pedir ayuda para salir de la situación, pero no encuentro a nadie para sacarme del embrollo en el que yo misma me había metido.

-Señor Hills…

-Llámame Will, querida- Me corrige.

Asiento.

-Will, me siento halagada, pero verá, no soy una mujer soltera.

Eso lo hace reír a carcajadas.

-Dios, ¡No te estoy ofreciendo sexo!

La sangre sube rápidamente hasta mis mejillas, haciendo que me sienta mareada.

Eres una idiota.

-¿Entonces?- Pregunto.

-Hablo de trabajo, Rebeca.

Frunzo el ceño.

-Pero ya tengo un trabajo en la editorial Greyson.

William asiente, comprensivo.

-Soy bastante consciente de ese hecho.

-¿Entonces?...

-Me interesa tener al mejor personal a mi disposición- Me interrumpe- Y déjame decirte que tú, Rebeca Taylor, eres un diamante en bruto.

Me mira directamente a los ojos.

-Te quiero en mi equipo.

Trago saliva.

Hace unos meses me preocupaba estar en banca rota, y ahora que tenía un trabajo estable, la competencia directa de la editorial me quería en su equipo.

The BossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora