William era un excelente bailarín.
Sus manos me sujetaban suavemente, guiando mis movimientos al compás de los suyos.
Trataba de ver a cualquier parte que no fueran sus ojos, pues a pesar de a ver sido yo quien dijo que sí, no me sentía cómoda con esto.
Me sentía tan dolida y enojada por lo que acababa de presenciar, que ni si quiera lo pensé cuando me lancé a los brazos del primer hombre que se me paró en frente.
Tal vez no era tan buena persona como Miller creía que lo era.
-Escuché que fuiste tú quien llevó a cabo la recaudación- Escucho decir a William sobre mi cabeza.
-¿En serio?
Asiente.
-Sí, y déjame decirte que hiciste un gran trabajo aquí.
Niego suavemente.
-Yo no hice gran cosa, todo se debe al señor Kent- Contesto humildemente.
William ríe.
-Cariño, conozco a Miller desde hace años. Y jamás me había invitado a alguna fiesta de ningún tipo. Mucho menos enviar una canasta con licor y panecillos recién hechos.
Me sonrojo.
-No tenía idea de que no era invitado en estos eventos- Comento, cambiando de tema.
William suelta un suspiro.
-Si bueno, no es un secreto que Miller Kent es un hombre reservado.
Asiento, recordando que se había salido con la suya en cuanto a guardar secretos se trataba.
Seguimos bailando hasta que rompe el silencio de nuevo.
-Quiero proponerte algo, linda.
Mis ojos se abren como platos. Me remuevo incómoda, tratando de pedir ayuda para salir de la situación, pero no encuentro a nadie para sacarme del embrollo en el que yo misma me había metido.
-Señor Hills…
-Llámame Will, querida- Me corrige.
Asiento.
-Will, me siento halagada, pero verá, no soy una mujer soltera.
Eso lo hace reír a carcajadas.
-Dios, ¡No te estoy ofreciendo sexo!
La sangre sube rápidamente hasta mis mejillas, haciendo que me sienta mareada.
Eres una idiota.
-¿Entonces?- Pregunto.
-Hablo de trabajo, Rebeca.
Frunzo el ceño.
-Pero ya tengo un trabajo en la editorial Greyson.
William asiente, comprensivo.
-Soy bastante consciente de ese hecho.
-¿Entonces?...
-Me interesa tener al mejor personal a mi disposición- Me interrumpe- Y déjame decirte que tú, Rebeca Taylor, eres un diamante en bruto.
Me mira directamente a los ojos.
-Te quiero en mi equipo.
Trago saliva.
Hace unos meses me preocupaba estar en banca rota, y ahora que tenía un trabajo estable, la competencia directa de la editorial me quería en su equipo.
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The Boss
RomanceRebeca nunca imaginó que una simple noche de chicas y alcohol terminaría convirtiéndose en el pretexto perfecto para iniciar un romance prohibido con su sexy e irresistible jefe, Miller Kent. ¿Ambos podrán resistirse a las tentaciones del otro? ¿E...