CAPITULO 38

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 Prometido.

Michael era hombre muerto, y si lo sabía o no, eso no importaba.

En un segundo lo tengo sujeto de la camisa y lo estampo contra la pared, sacándole un quejido de dolor.

-¡Vuelve a repetirlo, pedazo de mierda!- Bramo en su cara.

El muy inútil solo ríe, lo que aviva la furia en mí, así que le estampó el puño en la mandíbula, haciéndolo aullar.

-¿Vas a dejar que me hable así?- Le pregunta a Rebeca, por lo que vuelvo a empujarlo contra la pared, pero ésta vez rodeó su cuello con mis manos.

-¡No puedes dirigirle la palabra!

-¡Pruébame!- Me escupe, salpicándome de sangre.

Empiezo a arremetir contra él, dando puñetazos en su torso, haciéndolo doblarse sobre si mismo, tratando de protegerse de los golpes.

No creía haber estado más enojado y fuera de control en toda mi vida.

Lo tomo por los hombros y lo estampó una y otra vez en la paredes, sin darle tiempo de recuperarse.

-¡Miller!

La voz preocupada de Rebeca llama mi atención un segundo y fue todo lo que Michael necesitó para regresarme un golpe. Retrocedo un par de pasos, viendo como se levanta a duras penas y vuelve a arremetir contra mí.

Lo golpeo en la ingle, y él me estampa los puños en el tórax, haciéndome perder momentáneamente el equilibrio y logrando que ambos nos estrellemos contra el suelo, rodando uno arriba del otro, tratando de vencer al otro.

-¡Por dios, Miller!

-¡¿Qué demonios está pasando?!

Los ignoro y sigo golpeando a Michael que trata de quitarme de arriba suyo, sin éxito.

Siento como un par de manos tratan de detenerme, pero me los quitó de encima y rodeo el cuello del hijo de puta con ambas manos, notando como las venas de sus ojos se ensanchaban y los hacían parecer de un  rojo vivo, al igual que el resto de su cara.

Voy a ir a la cárcel.

Michael debió notar que iba enserio, porque comenzó a arañar mis manos y abría la boca rápidamente, tratando de conseguir algo de aire.

Un pequeño pinchazo en mi costado llamó mi atención, pero no lo suficiente como para soltar a Michael y revisar de qué se trataba.

Sentía varios pares de manos estrujándome, y sabía que había gente gritando a mi alrededor, pero era incapaz de escuchar con claridad lo que decían, pues lo único que escuchaba era el furioso bombeo de mi corazón en los oídos y los murmuros asquerosos de Michael pidiendo piedad, por lo que apreté un poco más fuerte.

Lo siento Rebeca, pero siempre supimos que no era digno de ti.

-¿Papi?

La voz de una niña atraviesa la neblina de ira, dándome un momento de claridad. Fue como si un interruptor se hubiera encendido y menguar un poco la ira que amenazaba con consumirme.

Suelto el cuello de Michael y dejó que las manos que antes intentaban quitarme de encima suyo me alejen.

Michael comienza a toser escandalosamente y apenas si puede sentarse, por lo que pronto hay un par de personas a su alrededor preocupados por su estado.

Me sentía como en una jodida pesadilla.

De pronto fui capaz de ver a toda la gente que estaba reunida en la habitación, preocupados por la situación.

The BossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora