CAPITULO 31

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Debe ser una broma.

Después de largo día de trabajo lo único que quería era estar con mi novio, pero al parecer alguien más se había adelantado a mis planes.

Me dirigía a su oficina para preguntarle a Miller si quería algo especial para cenar y así comprarlo de camino a casa. Su teléfono estaba apagado al igual que el de su oficina.

Era mi novio, no es como que necesitará una cita para verlo después de horas de trabajo.

Después de dos golpes a la puerta una sensación de déjà vu me inunda cuando Dove abre la puerta con una gran sonrisa en los labios, como si antes de abrir supiera que se trataba de mí.

-¡Rebeca, que gusto verte!...

-Ahórratelo- Le escupo, adentrándome en la oficina, buscando a Miller con la mirada, rogando que estuviera presentable.

Para cuando lo encuentro suelto un suspiro, agradecida por verlo con su traje intacto, pero el alivio dura poco cuando me doy cuenta de que está en el mini bar, no en su escritorio.

Una botella de vodka se encontraba abierta su lado y el vaso que estaba en su mano tenía restos de fresa en el fondo. Pero lo que llama mi atención son las manchas de labial en el borde.

Siento mi sangre hervir, y Miller debió notarlo porque trata de acercarse.

-Cariño…

-Nada de cariño- Lo interrumpo, dándome la vuelta.

-¡Rebeca!- Me corta el paso.

-Déjame ir, Miller.

Niega enérgicamente.

-Nunca.

-No es momento para romanticismo. Sólo deja que me valla, así puedes seguir atendiendo a tu visita.

Visualizo a Dove detrás de Miller, quien me mira victoriosa.

-De hecho me parece una excelente idea. Gracias por ser tan comprensiva Rebeca- Dice ella, acercándose al lado de Miller- Dado que Miller y yo tenemos historia, me parece muy maduro de tu parte. No todas las mujeres se sentirían cómodas en una situación como esta.

Zorra oxigenada.

-Cómo sea- Le escupo, rodeándolos y saliendo por la puerta, azotándola detrás de mi.

No doy ni cinco pasos cuando la puerta vuelve a abrirse, y no tengo que girarme para saber que se trata de Miller, por lo que corro hacía el ascensor, que gracias al cielo estaba abierto, esperándome.

Presiono repetidamente el botón del primer piso, suspirando cuando las puertas se cierran frente a mí, impidiéndole el paso a un muy enojado Miller.

Bien, ya éramos dos.

Me apoyo en la pared detrás de mí, cerrando los ojos para evitar que las lágrimas corrieran por mis mejillas.

¿Qué es lo que Franny siempre decía?

Recuerda tu delineado, no lo arruines por algo tan estúpido cómo las lágrimas.

Eso me saca una sonrisa, pero no dura demasiado, pues la imagen de Dove en brazos de mi hombre no abandona mi cabeza.

Nunca en mi vida una mujer me había molestado tanto. Había salido con chicos con pasado y docenas de chicas detrás de ellos, pero esas chicas nunca me hicieron sentir enferma físicamente como ahora.

En cuanto las puertas del ascensor se abren salgo disparada al baño de mujeres, apenas teniendo tiempo de cerrar la puerta detrás de mí antes de comenzar a vomitar mi almuerzo en el inodoro.

The BossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora