El aspecto de recién follada de Rebeca era por mucho, mi vista favorita.
Las mejillas estaban sonrojadas, labios hinchados, ojos brillantes y el cabello revuelto. Estaba guapísima, y yo no podía hacer nada más que admirarla. Pero eso debía esperar.
Había un asunto entre manos.
El restaurante Loui Blue era el favorito de mis padres desde siempre.
Se habían conocido ahí, y años más tarde se comprometieron en el mismo lugar. Era un lugar lleno de buenos recuerdos para mi familia, por lo que me pareció el lugar perfecto para presentarle a Rebeca.
Tomando a Rebeca de la mano diviso a mi familia a lo lejos, por lo que nos encaminó hacía su mesa. Al sentir algo de resistencia por su parte, me giro en su dirección, notando que le temblaba el labio y tenía los ojos abiertos de par en par.
-¿Estás bien?- Pregunto, temiendo que fuera a vomitar nuevamente.
Asiente lentamente antes de negar enérgicamente.
-¡Voy a conocer a tus padres!
Frunzo el ceño.
-Lo sé.
Me lanza una mirada exasperada.
-¿Lo sabes?- Inquiere.
Asiento.
-Yo los traje aquí, obviamente sé que los conocerás.
Algo que no supe reconocer brilla en su mirada, pero antes de tener tiempo de entenderlo, Rebeca acerca su cuerpo al mío, y cuando creo que esta por besarme, su mano se cuela por mi entrepierna, estrangulándome con sus dedos.
Joder, ya se enojó de nuevo.
Cuadro los hombros y la sujeto por los hombros, pero eso parece hacerla enojar porque aprieta su agarre sobre mí.
-Cariño…
Me da un jalón antes de mirarme a los ojos.
-¿Ya sabías y no me advertiste?
-Bueno, hemos estado un poco ocupados desde que saliste corriendo de mi oficina.
Entrecierra los ojos, evaluando mi respuesta.
-Pudiste decir algo cuando nos estábamos cambiando.
Enarco una ceja.
-¿Cuándo me brincaste encima o cuando te pusiste de rodillas?- Inquiero.
Rebeca suelta un bufido antes de soltarme.
-Cómo sea.
-Eso creí- Contesto, mirando a mi alrededor y acomodando mis pantalones.
Cuando vuelvo a mirarla noto que tiene los ojos clavados en mi pantalón.
-¿En serio?- Murmura, hablando de la erección.
Me encojo de hombros, rodándola y plantando la frente a mi, ocultando la carpa de mis pantalones con su trasero.
-Ya te lo dije antes…
-...tiene vida propia. Sí ya lo noté.
Río contra su espalda, llevándonos hasta donde mi familia se encuentra charlando animadamente.
-¡Eres un grandísimo idiota, Ethan!
-¡Sarah, sin groserías en la mesa!
-¡No entiendo porque no usaron condón hace treinta años!, ¡De ser así no estaría aguantando las estupideces de Ethan!
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The Boss
RomansaRebeca nunca imaginó que una simple noche de chicas y alcohol terminaría convirtiéndose en el pretexto perfecto para iniciar un romance prohibido con su sexy e irresistible jefe, Miller Kent. ¿Ambos podrán resistirse a las tentaciones del otro? ¿E...