CAPITULO 29

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Cuando Miller dijo que me dejaría descansar, mentía.

No nos habíamos separado el uno del otro el día siguiente. Cuando por fin abandonamos la cama, habíamos seguido donde lo dejamos en el resto del departamento.

Y ahora todo ese sexo me estaba pasando factura.

A cada paso que daba podía sentir algo de incomodidad en mi entrepierna, además de sentirme bastante cansada y adolorida en el resto de mi cuerpo. Pero sólo me bastaba con recordar la razón de mi malestar, para sonreír como una boba y esperar ansiosa el próximo maratón de sexo.

Estaba frente al espejo del baño terminando mi maquillaje cuando Miller me abraza por detrás, apoyando su barbilla en mi hombro.

-¿Estás lista?

Asiento, mirando nuestro reflejo.

Sin tacones era mucho más baja que él, al menos una cabeza. No era alta y esbelta como las mujeres con las que Miller solía relacionarse.

Yo en cambio, era pequeña, morena y me gustaba creer que era curvilínea. Además tenia mal humor, un pasado tormentoso que parecía alcanzarnos de vez en cuando, era celosa y posesiva, lloraba de la nada y estaba bastante segura de que constantemente era un dolor de trasero.

La lista podría seguir y seguir.

Pero prefería enfocarme en el hecho de que él estaba aquí, conmigo. No con las modelos o con cualquier otra mujer, porque siendo sincera, si Miller Kent se lo proponía, podría tener a cualquier mujer comiendo de su mano.

Y aún así, él estaba aquí conmigo.

De todas las mujeres del mundo, Miller me había escogido a mí.

-¿Y esa sonrisa?- Pregunta, acariciando mi oreja con los labios.

Suspiro, ni si quiera me había dado cuenta de que estaba sonriendo.

Éste hombre me tiene mal.

-Por nada- Respondo, encogiéndome de hombros.

Me mira con ojos entrecerrados, sin creerme.

-¿Y tú collar?

Mi mano vuela hasta mi cuello, donde el zafiro había estado desde el sábado por la tarde.

-Está guardado. No creo que sea buena idea llevarlo al trabajo.

Mi respuesta hace que su ceño se frunza.

-¿Qué?- Pregunto, sintiendo como una discusión se avecinaba.

Adiós a la tranquilidad post coital.

-Lo compré para que lo usaras diario, no solo para el día de la gala.

Ruedo los ojos.

-No es necesario que lo lleve a todas partes. Puedes conformarte con que lo use para ocasiones especiales.

Sus brazos se deslizan por mi cintura, pegándome a su cuerpo.

-¿Cuándo vas a entender que cada que estoy contigo es una ocasión especial?- Murmura, deslizando el zafiro nuevamente por mi cuello- Perfecto.

Tomo el corazón con los dedos, acariciándolo suavemente.

-Es hermoso, no me canso de verlo.

-Lo mismo digo- Murmura.

Pero donde yo me encontraba viendo el collar, los ojos de Miller estaban fijos en mí.

-No te lo quites.

The BossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora