Capítulo 41

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Porfavor comenten mucho, si este capitulo llega a mmm 10 comentarios subo otro capitulo hoy lo juro 

A la mañana siguiente e salido a correr con la música de los audífonos hasta el tope. Cuándo llegó al bar de Ruby estoy hecha polvo..., En definitiva el ejercicio no es lo mío, lo practico un día y descanso un mes.

—¿Vienes y no avisas Lili Ann? Mira todo este cochinero. Perdón mujer pero con tu cara llena de sudor y todo te va tocar ayudarme con ese trapeador.

—Estoy muy bien muchas gracias por preguntar, y si, un vasito con agua no me caería nada mal también gracias por P R E G U N T A R.

Me río y ella también lo hace. Da media vuelta abriendo el refrigerador y me siento.

—Tuve que aprovechar que solo tenemos una clase y tarde para ponerme a limpiar, y después creo que llevaré  a papá a las quimios.

Levanto la cabeza y ella desliza un vaso con jugo de maracuyá hasta el tope y un cubo de hielo flotando —¿Puedo verlo? Es que con el señor Norvind hace mucho que no hablo con el.

—No, ya sabes como es; desde entonces no quiere hablar con nadie. Pero ahorita esta bien, las quimioterapias están avanzando rápido, bueno, al menos mucho mas que antes. Se está esforzando y se que odia que yo lo vea mal pero pronto va ponerse muy bien y va superar la enfermedad, lo sé.

Conozco el pequeño bar de Ruby como la palma de mi mano, es normal teniendo en cuenta que trabajé aquí por un largo lapso de tiempo pero desde el momento en que al señor Norvind le diagnosticaron cáncer evitó las visitas de Kimberly o las mías y las de literalmente todo el mundo. Es un hombre orgulloso pero muy dulce.

—Vale... —Susurro —Que no se te olvide decirle que siempre me preocupo por el porqué es como un padre para mi y que cuando quiera puede llamarme, a mi o a Kim, o a ambas y también que aunque fueran las tres de la mañana solo tiene que llamarme e iré a visitarlo... y ¡oh! que recuerde que extraño mucho sus cannolis, que aunque me enseño a hacerlos no me quedan como a el. Es insuperable haciendo Cannolis.

—Solo lo estás alabando para que papá te haga postre gratis, ya me di cuenta —se ríe de su propia broma y continúa —. Ni para que decirlo, papa va poner bien en menos de lo que canta un gallo, Don Norvind —canturrea su nombre —es muy orgulloso y no le gusta que nadie lo vea débil, imagínate mucho menos enfermo. Pero cuando su salud esté perfecta haré unos cien Cannolis y juro que echaré a la mierda tu ejercicio y mi te dietético.

Levanta su copa vacía y la choca inesperadamente con mi jugo.

—Es un hecho, pero tu tienes que pagarlo todo, si tu invitas tu pagas, es la regla del juego.

Hace una mueca graciosa poniendo los ojos en blanco —La tacañería siempre tan dentro de ti.

De pronto las palabras de ayer de Harry se me vienen a la cabeza y se me va el buen genio y me llega la preocupación.

—¿Pasa algo?

—No, nada —Tomo un poco del maracuyá y Ruby se peina el cabello con los dedos.

—Te vez feliz y cinco segundos después parece como si hubieses visto al diablo a mis espaldas. Dudo que sea nada.

Okay, Ruby tiene razón, solo que no vi al mismísimo diablo detrás de ella pero si que se apareció su voz en mi mente.

—Si solo es que... nah, déjalo es una bobería.

—Para mi un buen chisme por más pequeño que sea jamás nunca es una bobería. Dílo con confianza.

Eso me hace reír saboreando el dulzor del azúcar que queda en la parte de abajo del vaso.

—Hoy tengo una cita con alguien.

Sirvienta del vampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora