Capítulo 77

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Harry

El barandal húmedo por el clima moja la punta de mis palmas mientras lo único en lo cual puedo pensar es en Gnatovich y en como ha desaparecido de repente. Los rumores advierten que murió hace varios meses pero entonces ¿Quien ha mandado los sucios recados? Las muertes en el jardín trasero de la mansión. Mis ojos se desvían de la vista del balcón cuando el dulce y característico olor de una mujer bastante peculiar hace que voltee casi al instante.

—¿Tienes una idea de lo que pasó anoche? —dice Lili Ann medio descolocada. No me sorprendo cuando lo que tiene encima no es más que mi camisa quien le cubre poco más abajo que el comienzo de los muslos. —No recuerdo haber tenido esto ¿que paso con mi uniforme? ¿Me quitaste la ropa o... yo misma me la quite y de la borrachera hice el ridículo por ahí en la calle?

—Haces varias preguntas.

Ella me lanza una mirada de muerte cuando la miro relajado.

—Vete a la mierda y responde a mi pregunta. No tengo debajo nada más que mis bragas.

—Si la pregunta va por el camino de aprovecharme de ti y de tu estado borracho, deberías saber que no me aprovecho de chicas borrachas y menos si esa es una que esta bastante dispuesta a chuparme la polla en cualquier momento estando lo más enteramente consciente posible.... —sujeto la cara de mi mujer con fiereza hasta que su espalda se pega al soporte del balcón —¿Debo decir nombres?

Ella me mira con curiosidad felina, y a pesar de sentir el vacío en su espalda se recuesta contra el barandal rozando la piel expuesta de sus deliciosas piernas a mi alrededor.

—Eso es algo que no puedo negar —Pone sus manos en mi cuello y se pone de puntillas hasta estar a la altura de mi oído — Aunque creo que entre los dos no soy la única que esta dispuesta a todo por un poco de liberación, me atrevería a decir que la otra persona está dispuesta a más, mucho más para obtener una pequeña parte de mi.

Se despega y a pesar de intentar verse neutral el brillo de angustia, miedo y timidez no desaparece de sus ojos. Sus labios se han vuelto más rojos y calientes. Rojos y apetecibles, rojos como la sangre que le podría arrancar.

—¿Y ahora que? ¿Te he dejado sin palabras por escuchar una respuesta honesta de mi parte por primera vez?

Una sonrisa se contrae en mis labios.

—Para ser considerada como "inteligente" por toda la facultad, no deberías sentirte orgullosa por ser capaz de contestar algo lógico.

Sus labios se separan y realmente comenzaré a imaginar en todas las maneras como se sentiría en estos momentos poner mis dedos dentro de ellos o otra cosa.

—Bueno si tan solo dejaras de decir el 90% de tus palabras que no son enserió y dejaras de mirarme como tu presa las cosas serían más fáciles.

Le acerco su cuerpo al mío.

—¿Entonces eso te consideras para mi, mi pequeña presa fácil? Suena bien para mi.

—No soy tu maldita presa y mucho menos fácil —dice duramente, por alguna razón me pongo duro, maldita sea ¿porque me estoy poniendo duro? Literalmente no ha hecho nada. —Esa es una de las cosas que más te gustan de mi ¿no? Pensar que soy débil y que puedes meterte conmigo a la hora que quieras.

—De hecho no, prefiero deleitarme observando el contraste de tus venas a través de tu piel, el color de tu sangre. Pareces tener una buena y deliciosa porque te ves saludable. Quisiera saborearla mientras siento lo húmeda que estás ahora mismo...

Su cuerpo se pone rígido y su piel se ve pálida como la de un lindo cadáver que acaba de fallecer hace apenas unos minutos.

—¿Hablas enserió? —su voz tiembla mientras trata de lucir "genial" o tranquila.

Sirvienta del vampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora