Capitulo 83

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Harry

La miro fijamente a la cara y trata de ocultar el rojo de su mejilla pero lo noto y le doy un último golpe con mi zapato a la basura sangrante que yace sobre el piso. La empleada rubia se adelanta a levantarlo, y lo arrastra hasta dejarnos a solas y si no fuera porque tengo un asunto que hablar con la chica frente a mi lo mataría ahora mismo con mis propias manos.

No se porque luce tan sorprendida.

Lo supe desde que vi el color de sus labios pálidos y resecos en halloween, más bien lo sospeche muy ligeramente por un par de días, pero todo fue confirmado cuando el alimento terminaba con mayor frecuencia del regular. Espere a que dijera algo, llene la despensa y supuse que teniendo en cuenta su personalidad no tardaría en decírmelo, pero fue todo lo contrario, pretendió maquillarse para ocultarlo pero eso solo me hizo enterarme de lo ilusa que puede llegar a ver, vi su maquillaje cada puta noche, toque su cara, palpe su rostro completo y la piel pálida y ojeras me dieron la razón por completo, realmente no podía creer que fuera tan estúpida de pensar que iba a lograr ocultarmelo y más ignorante aún de creer que de verdad me estaba tragando algo tan evidente.

Las curas alrededor de sus dedos después y su debilidad fueron sólo unas pruebas más que me hicieron saberlo todo.

Hasta que me envió un mensaje. Supuse por primera vez que sería sincera cuando la vi. Estaba llorando descontrolada, rogando que la abrazara y tenía la idea qué en ese mismo momento lo confesaria ella misma.

—Harry...

—¿Porque estas llorando...? ¿Quien?

Me mira como si fuera culpable.

—Tu.

—¿Y de que se me acusa ahora?

Por su embarazo pero todo se congestiona cuando huelo que el aroma a canela ha sido reemplazada por una asquerosa colonia masculina. Ha tratado de ocultar cada maldita cosa  y de paso se acerca a otro a contarle alguno de los asuntos que solo me competen a mi. Pierdo mi condescendencia y la aprieto del cuello cuando en lugar de confesar solo se limita a lloriqueos y berrinches que me llevan a obligarla a subir al yate. Me aseguro de no apretar lo suficiente su garganta porque podría romperla con tanta facilidad como a un pétalo de flor.

Luego todo llego al limite cuando entro al departamento y vi manchas de sangre sobre el borde de su camisa, ella pensó que quería sexo, la realidad es que tenía razón, vi su cuerpo, me detuve al notar su cara y piel tan saludables como no eran hace semanas y sus increíbles tetas y estaba tentado a sacar a Leila lo más rápido posible de la habitación y volver a hacerla mía sin explicación alguna, pero cuando note las manchas de sangre y su notablemente rápida recuperación supe que le había contado a alguien con el suficiente alcance como para encontrar por ella el líquido rojo ¿pero quien podría haber sido?

Lili Ann

¿Porque tan sorprendida?

El corazón me bombea muy fuerte y por un segundo quedo en blanco.

—¿Cómo te enteraste? Eres un iluso si crees que me atormentaras con esto.

—Ilusa tu por creer que no sabia nada —Me mira muy cerca y retrocedo —Lo supe todo cada maldito minuto, cariño.

Por alguna razón un nudo imposible se crea en el comienzo de mi pecho haciéndome más dificultoso hablar, respirar y aguantar las lagrimas.

MALDITA SEA ¿porque quiero llorar en estos momentos?

—¿Sidney Nicole te lo dijo, verdad? Me prometido que no lo haría, como fue capaz de...

—¿Así que fue ella quien te dio la sangre? —Da un paso hacia mi —Lo supuse desde la fiesta del 31, espere a que dijeras algo y mira lo que hiciste, no pudiste deducir que notaria el maquillaje, los moretones y las yemas de tus dedos, sin mencionar que llegaste totalmente recuperada y con salud sin cuidado de eliminar las manchas rojas en tu propia ropa. Te falta astucia para ocultarme cualquier cosa, Lili Ann.

Sirvienta del vampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora