HARRY
El reloj da aviso que pronto serán las cinco de la madrugada. Lili Ann duerme muy tranquila, con un pantalón largo que se ha puesto y una camisa también muy larga para su cuerpo, ausente de todo, ausente de mi mirada y de mis dedos recorriendo su cabello hasta enterrar mis yemas en sus hebras. Me siento en la cama mirándola de reojo mientras esa conocida sensación sofocante hace que me afloje los dos primeros botones de la camiseta.
Desde lo profundo de mi ser, siento la lucha interna, una lucha entre mi nueva humanidad y mi inmortalidad. Mis ojos, una vez centelleantes en el resplandor de la vida, se tornan oscuros como esta habitación, profundos como la noche más sombría. Observo fijamente el cuello de Lili Ann.
—Lili Ann —Susurro su nombre casi contra mi voluntad hasta agacharme en su oído. Las venas que rodean mis ojos parecen palpitar con un deseo. La tentación, como un susurro sibilante en las sombras, me llama con la promesa de un placer que solo yo conozco. Un deseo llamado sangre. Mi vista se nubla momentáneamente, como una niebla que envuelve mi visión, y puedo sentir la sangre que fluye justo debajo de su piel, caliente y seductora. Mis papilas gustativas saborean su cuello y ella se mueve afortunadamente dormida aún.
Me detengo enseguida, deslizandome fuera de la cama cuando observo sus uñas casi blancas y su rostro pálido. ¿Qué estoy haciendo? El poco tacto que siempre me ha importado poco tener para controlar mis instintos esta vez me está jugando en contra.
Me miró al espejo viendo el iris oscuro y las venas alrededor de mis cuencas. Decido salir y tomó una chaqueta junto con las llaves, el hielo es lo primero que me abraza al abrir la puerta y camino a duras penas hasta el auto.
El hambre insaciable se despierta en mi interior, es como una bestia ansiosa de ser saciada. Las calles a esta hora aun estan solitarias y oscuras, giro a la izquierda en un camino largo y solitario de la carretera hasta que veo a una pareja de un tipo y una chica besándose contra el muro de un oscuro callejón. Todo pasa muy rápidamente, mi necesidad le gana a cualquier sensatez y estacionó el auto tan estrepitosamente que hace un ruido que hace que ambos se separen.
—¡¡¿Qué es lo que te pasa imbecil?!! Pudiste atropellarnos —oigo la voz del tipo mientras me acerco, pero se calla inmediatamente cuando fija su vista en la mia. Seguramente dándose cuenta de mis ojos que ahora parecen dos canecas.
El tipo cobarde corre enseguida dejando a su novia paralizada, lo detengo en un segundo después.
—Déjame ir... —Se arrodilla levantando las manos.
Lo levanto del cuello antes de darle una sonrisa. La última que verá en su vida.
—Dejar a tu novia así no fue muy caballeroso de tu parte —me rio apretando su cara hasta que mis dedos se entierran en sus mejillas, el hombre grita estranguladamente y la chica no se mueve, parece que ha quedado en estado de shock —Deberías haber hecho algo por ella, todo por ella.
Sin medias una palabra más entierro mis colmillos en su hombro hasta sentir el suave líquido entrar en contacto con mi cuerpo, se chorrea por mi ropa hasta llegar a la punta de mis zapatos y es en ese instante en que la mujer joven empieza a correr, me tomo un segundo hasta succionar la sangre por completo, el cadáver cae casi calaberico mientras la sangre que resta se esparce por sobre el hielo como jugo de mora.
La mujer sigue corriendo despavorida por el callejón,
Desde mi perspectiva, la velocidad es una bendición y una maldición. Cuando me lanzo en busca de mi presa, el mundo se desdibuja en un torbellino de movimientos. Cada paso, cada salto, se siente como un eco fugaz.
El sonido del viento silba en mis oídos mientras me acerco a mi objetivo con la velocidad de un relámpago. Puedo sentir la aceleración de mi corazón, aunque este haya perdido su latido humano hace decenas de años.
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Sirvienta del vampiro
VampireLili Ann, estudiante de derecho, lucha en el bar todos los dias por mantenerse a si misma y pagar sus estudios. Ella nunca sale a fiestas, nunca bebe y nunca esta fuera de casa hasta la madrugada. En cambio, trabaja todos los dias despues de la escu...