Me levanto de muy buen humor apenas me aparece un correo en la bandeja de notificaciones de parte de Emma avisándome que aún tengo dos días para volver al trabajo, no se que o quien me ayudo a seguir en el aun y con las faltas, y sospecho casi con seguridad que todo es gracias a Harry.
Envuelta entre sábanas recojo una de mis maletas y me pongo el vestido pijama de seda junto con las bragas, Harry no esta... ¡nada raro!, pero no me preocupo, ahora estoy de muy buenos ánimos. Excepto por mi pelvis que aún sigue adolorida y eso se nota un poco en la forma cansada en que aun caminan mis piernas.
—Buen día —Le digo a la mujer. Leila. Que ya esta muy temprano aquí.
Leila me mira con cara de muy pocos amigos pero igualmente asiente tomando puesto en la cocina.
De igual forma me siento en uno de los taburetes giratorios frente a la mesa de marmol/granito que da vista a los estantes.
—Veo que esta muy feliz hoy. —Noto cierta apatía en sus palabras.
Pero asiento incapaz de borrar mi sonrisa, y es que ya me veía desauseada a volver al trabajo y con la noticia de poder volver en dos días puede que exista la posibilidad de volver a la universidad antes de que se acabe el semestre, pagar los supletorios para poder hacer los tres exámenes a los que no pude asistir y de paso con un poco de suerte encontrar un apartamento, seguramente no tan bonito y menos grande como este, pero si que no me sentiré dependiente de un hombre.
Me río de mi misma por crearme toda una historia planeada en mi cabeza.
—Por supuesto que estoy feliz, despertando en un departamento tan grande y bonito como este ¿como no estarlo, verdad? Eso no me pasa todos los días.
Veo como su inconformidad por mis palabras le adorna el rostro y me río internamente por su reacción.
—Ya veo. No esta acostumbrada a nada de esto —abre uno de los estantes hasta ponerlos sobre la mesa de granito —. No esta acostumbrada a esta clase de sitios y menos esta familiarizada con tener clase, no lo note y pensé que si lo era, por su forma de ser debí deducirlo desde el principio.
Le sonrió —Pues claro que no lo iba a notar, mi elegancia oculta mi notable falta de dinero —Lo digo en forma de chiste pero por su cara la mujer parece tomárselo muy enserió —Aunque bueno..., muy pronto voy a poder tener cosas como estas y mucho más porque para eso me estoy esforzando.
—Lo puedo ver claramente, ¿y entre ese esfuerzo conlleva aceptar que hombres presten sus casas o departamentos para que usted duerma con ellos?
Asiento sonriendo con mucha ironía.
—Si, efectivamente —me encojo de hombros. —Esa es una de las piezas claves para llegar al éxito.
Niega, seguramente, maldiciendome en los 7.097 idiomas existentes en el mundo dentro de su cabeza.
—Bien —Bufa —¿Cuál es su comida favorita...?
Lasaña o pizza... pienso pero no lo digo.
—¿Por...?
—Tengo que cocinar algo para usted, evidentemente es mi deber.
Cuando estoy a punto de decirle que no es necesario y que puedo hacerlo siento como mi teléfono vibra en mi bolsillo. Me sorprendo cuando de quien se trata es de Jessi.
—¿Aló? —Ralentizo mi voz a propósito para no escucharme tan alegre.
—Lili Ann no sabes... —Me levanto enseguida del puesto al escuchar que se encuentra llorando.
—¿Qué?
—No te imaginas lo que pasó..., nisiquiera yo lo sé pero es algo horrible.
Niego como no sabiendo que decir cuando escucho como las lágrimas no le permiten hablar.
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Sirvienta del vampiro
VampireLili Ann, estudiante de derecho, lucha en el bar todos los dias por mantenerse a si misma y pagar sus estudios. Ella nunca sale a fiestas, nunca bebe y nunca esta fuera de casa hasta la madrugada. En cambio, trabaja todos los dias despues de la escu...