Capítulo 13

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Cuándo tiré mi ropa en la cama de mi habitación, porque por cierto, la casa es tan grande que cada empleado tiene su propia habitación, un llanto de bebé se hizo presente desde la parte de arriba.

Agujeste el uniforme; cuando salí la anciana de la última vez, llamada Marta, trajo suministros y comida para bebé en una bolsa bastante grande. Lo primero que vi fue la criatura en sus brazos.

-¿Y ese bebé?

-Es la bebé de los amigos cercanos del señor y la señora Hemmings, saldrán, asi que hoy vengo siendo niñera -me quedó claro. Una bebé bonita con un vestido rosa claro y el biberón.

-Lili -miré a la mujer que bajaba elegantemente las escaleras. La señora Hemmigs. -¿Puede ayudarme en algo?

-Por supuesto señora... -, ahora que lo pienso aún no se su nombre.

Su habitación matrimonial es bonita y enorme, con una gran cama de tonalidades salmón y beige, un fino cuadro en la parte trasera del respalda, luces led doradas con tonalidades amarillas y ventanas en las que entra muy buena luz. La alfombra se tan ve suave que dan ganas de acariciarla.

¿De verdad todo esto es de Hemmings? ¿Porque? Nisiquera lo ha ganado más que por nacer. Y aunque me cueste mil mares admitirlo: es un imbécil suertudo. ¿Donde esta ese karma del que tanto hablan? El lo tiene todo mientras yo...

Bueno...

Aquí estoy yo esperando por las órdenes de su madre.

Sin embargo me alarme cuándo me doy cuenta que estoy parada en medio de esta habitación sin hacer nada. Agitó suavemente la cabeza y miró hacía la mujer. Ella ahora esta sentada frente al espejo de un gran tocador iluminado por decenas de luces a sus lados, pasa la brocha del polvo compacto de arriba abajo suavemente por sus mejillas; haciéndola lucir ruborizada.

-Lili Ann... -ella se interrumpe dejando a un lado su maquillaje -¿puedes traer ese collar?

Reparo el detalle del nombre "SANEM" tallado de corrido sobre la madera fina en el estatante del escritorio.

Quiere decir que se llama Sanem Hemmings. Una mujer hermosa, alta y con un rostro que parece mucho mas joven que el de su marido.

Con sumo cuidado tomó el collar colgado sobre el maniquí de porcelana. Lleva pedrería azul marino y plata fina.

La señora Sanem se ata el cabello con sus propias manos, levantando su pelo.

Quiere decir que debo ponerlo.

Cuándo el broche se abre rozó su piel, a diferencia de su marido e hijo, su temperatura es como la de un ser humano normal. Después de que mis dedos logran abrochar el lugar donde se ubica el aro, veo dos marcas horizontales, pequeñas y redondeadas con un color rojo suave.

Ella deja caer nuevamente su cabello, obligandome a soltarla y apartar mi mirada.

Mira una última vez su reflejó, cerciorandose de su aspecto y de la manera en que se ve el accesorio en su cuello.

Me sonríe débilmente, tomando la cartera.

-Bueno, debo que irme -respire profundo cambiando de posición, dejando su paso libre - Una cosa más, doble toda mi ropa.

Toma su billetera.

-Como usted siga, señora Sanem.

-Esta bien, y cuándo este listo limpié el piso, haga la cama y elimine el polvo.

Solo asenti con la cabeza mientras la mujer elegante de vestido amarillo salía de la habitación.

La puerta se cerró con suavidad.

Sirvienta del vampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora