Y así aconteció que la casa Targaryen volvió a ocupar el trono que habían conquistado a fuego y sangre una vez más.
Daenerys la grande, Daenerys la sabia, Daenerys la amada, reinó durante cuarenta años. Bajo su cetro la paz volvió a los destrozados Siete reinos, y el orden se impuso, creando hermandades juramentadas que protegían los caminos y ayudaban a los indefensos. Convirtió al reino en un país próspero, reconstruyendo Desembarco del Rey como un trono digno de los últimos hijos de Valyria, que fueron custodiados por el vetusto ser Barristan, Brienne de Tarth, Podrick Payne, Addam Marbrand, Daemon Arena, Lyn Corbray y Rolly Campodepatos.
La reina cumplió su promesa, y cuando los Hijos del Hierro eligieron a Asha Greyjoy como su nueva soberana, Daenerys le otorgó el título de reina por su lealtad y esfuerzos, aunque la casa Greyjoy siguió siendo vasalla del Trono de Hierro.
En el Norte, Sansa Stark ocupó el trono de sus ancestros como señora de Invernalia y Guardiana del Norte. Contrajo nupcias con lord Galbart Glover, quien fue uno de sus principales apoyos en la reconstrucción del Norte y con quien tendría varios hijos, que, por proclama real, heredaron el apellido de su madre. Lady Arya no nació para ser una dama en un castillo, y armó un barco con los norteños más fieros, y su amante, Gendry Mares, zarpando en busca de aventuras y nuevos horizontes.
En el antaño próspero Occidente, Lord Tyrion revitalizó sus tierras buscando nuevas minas que explotar y creando una nueva forma de riqueza: Viñedos. La delicia del Gnomo, como él lo llamaba, fue uno de los vinos más cotizados del mundo conocido, aunque su feudo no estuvo exento de rebeliones contra su señor, la corona siempre apoyó al amo de Roca Casterly.
En el siempre fértil Dominio lady Olenna dirigió a su nieto Wyllas en el buen gobierno, y a la joven Desmera Redwyne como señora de Bastión de Tormentas, hasta que la anciana murió en su lecho, varios años después.
En el Valle y Dorne las arenas y los vientos iban y venían, a veces caudalosos por los clanes de las Montañas de la Luna o los asaltantes de las marcas de Dorne, siempre siendo cazados por las nuevas hermandades.
¿Y qué pasó con los siempre campos en liza de las Tierras de los Ríos? Encontraron orden y un gobierno fuerte bajo la batuta de lady Elarissa, que mantenía a lord Edmure y lady Roslin como sus marionetas. El pueblo llano aprendió a respetar y temer a su señora a partes iguales. Su hija Mirenna vivió feliz con su esposo, lord Olivar Frey, aunque Elena falleció cuando dio a luz a una niña, Isobelle, pero el mayor de los tres hijos supervivientes, Adso, jamás fue encontrado. De vez en cuando los pajaritos llevaban canciones a la corte sobre un maestre ambulante y una oscura figura en los pasillos de Aguasdulces, quienes podrían ser la misma persona.
El Pueblo Libre siguió siendo libre. Cuando la reina Daenerys les ordenó arrodillarse ante el trono si seguían habitando el Agasajo, Tormund Matagigantes guió su pueblo de nuevo más-allá-del-muro, donde volvieron a vagar y vivir como siempre lo habían hecho, aunque una única puerta, Guardiaoriente del Mar, se mantuvo abierta como paso franco para el comercio y el intercambio. La guardia de la noche tuvo un nuevo propósito como defensores de esta ruta, aunque nunca alcanzarían la gloria y el número de antaño. Quién sabe cuánto duraría.
Aquellos sargentos y capitanes de la compañía Dorada que así lo desearon fueron encumbrados y se les recompensó con tierras y títulos. Harry Strickland fue nombrado señor de Castamere, Colton Percy señor de Murosblancos, Denys Strong, señor de Torre Resplandeciente, y Jon Lothston señor de Harrenhall. Otros señores fueron privados de sus tierras, y otros fueron restituidos, como la casa Florent, que volvió a su asentamiento de Aguasclaras, pero no como señores, sino como casa de caballería y mayordomos del nuevo señor, lord Garlan Tyrell.
De forma preocupante, la fe impregnó hasta el último rincón de los Siete Reinos, pues el pueblo rezaba con temor que los Otros jamás regresaran, aunque ellos siguieron vivos en los cuentos de terror que escuchaban los niños en sus camas. Se crearon conventos, abadías y monasterios, en Desembarco del Rey se erigió el Septo de los Hermanos, más grande y lujoso que su predecesor, como centro del culto, aunque el aumento de seguidores de otras confesiones preocupa a la nobleza, que ve en esta variedad un gran problema al futuro, cuando los heraldos del Dios Rojo, los paladines de los Siete y los demás ya no puedan convivir en un mismo lugar.
Daenon Targaryen pasó a la posteridad como Daenon el salvador, el bendito, aunque fue conocido a lo largo y ancho como el Príncipe que fue Prometido. Sus faltas y pecados fueron ocultados por sus hazañas, e incluso se rumoreaba que había sectas mistéricas que le adoraban como un octavo dios.
Solo una cosa es segura, la sangre de ese villano, la sangre de ese héroe, la sangre de ese hombre, corre hoy por mis venas.
Acaricié la efigie de su sarcófago con mi mano, pasando los dedos sobre las delicadas facciones de su rostro. La cripta era luminosa, con grabados en plata por las paredes. Dentro del ataúd estaban sus cenizas, reposando, como merecían.
—Majestad —Dijo un capa blanca, acercándose —El Consejo Privado la espera.
Miré al caballero a los ojos y asentí, observando por última vez el ataúd de granito y mármol. Él había sido quien salvó los Siete Reinos, sus Siete Reinos. Le debía todo a él, a mi padre, al gran Daenon Targaryen.
Para honrar a su salvador, maestres, juglares y septones compusieron libros y baladas sobre él, poemas y sonetos, salmos y canciones. Todo para honrar a un muchacho sin padres del otro lado del mar que les salvó a todos. Canciones para un príncipe sin castillo, para un muchacho sin amor, para un rey sin corona. Canciones como la Canción de Hielo y Fuego.
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Canción de hielo y fuego: Hijos de Valyria
FanfictionEscaparon de su casa en mitad de la noche, con lo puesto, durante años huyeron de ciudad en ciudad, escapando de los puñales de quienes les perseguían y malviviendo en callejuelas y de la corta cortesía de los ricos y poderosos. Viserys, el Rey Mend...