Daenon I

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Desayunó en el palacio de Illyrio, en la terraza donde Viserys, Daenerys y él habían mirado hacia el oeste el día en que su hermana se prometió con Khal Drogo. Sobre la mesa circular había vino, uvas, un cordero asado con verduras alrededor y una fuente repleta de frutas. El magíster comía con ahínco, mientras que Daenon se llevaba la comida en la boca de cuando en cuando.

—La muchacha está embarazada ¿Por lo que he oído? —Le dijo, cuando llegó a la casa. Eso confirmó que Illyrio tenía a alguien espiando en la casa y que no se molestaba en ocultarlo, era obvio que no le importaba.

—¿Quién os lo ha dicho?

—Os vigilo de cerca —No, no se molestaba en nada en ocultarlo —Mis bendiciones ¿Os casaréis con ella? Es desaconsejable, una unión con una pobre liberta no es algo digno para el heredero del Trono de Hierro.

El Trono de Hierro «Daenerys nunca tendrá hijos, la bruja lo dijo, no hasta que el sol salga por el oeste y se ponga por el este» nunca lo tendría, él era el heredero al trono y debía casarse con alguien que beneficiase a la casa Targaryen.

—Pediré a Dany que lo legitime, lo hizo conmigo, lo hará con mi hijo.

Illyrio sonrió y alzó su copa.

—Un nuevo Targaryen en el mundo siempre es una bendición ¡Salud!

—Salud —Dijo Daenon, con una sonrisa —Me han llegado noticias de que mi hermana ha conseguido un ejército de inmaculados ¿Lo sabíais?

—Las noticias corren rápidamente por Essos, más que un dothraki a la grupa de su bestia. Ocho mil inmaculados, un ejército enorme y disciplinado, pero hasta los eunucos pueden caer ante las salvajes acometidas de los caballeros acorazados de Poniente. Para conquistar Poniente debéis tener ayuda ponientí, y reclutar más hombres aquí. He oído que estáis en eso.

—No son un ejército —Respondió Daenon —Desde que intentaron asesinar a Melanthe, hace dos meses, he aumentado el número, ahora son más de un centenar.

—¿Alabarderos?

—Tiradores —Resondió Daenon.

—Oh, lamentablemente no se me da tan bien hablar de estas cosas militares como sí del comercio y el dinero. Pero necesitaréis más de un centenar, mi príncipe. Hay docenas de compañías mercenarias a lo largo y ancho de esta tierra.

—No quiero compañías que deserten a la primera de cambio al bando de los Lannister. Si vamos a Poniente tiene que ser con tropas leales, como esos inmaculados. Daenerys tiene su ejército, yo necesito el mío, magíster.

El hombre sonrió bajo la espesa barba dividida en dos puntas. Entonces Daenon entendió que habían llegado al punto al que Illyrio lo había intentado desviar durante toda la conversación. Tenía algo planeado.

—Veréis, me he tomado la molestia de encargarme de ese asunto por vos, como un favor de amigo, claro está. En las tierras de la discordia hay cierta compañía de mercenarios muy distinta a todas las demás que ahora mismo está ociosa. Podemos convocarla ¡Pero debéis decidir rápido! Ese grupo no suele estar desocupado mucho tiempo, y cuando obtienen un contrato no lo rompen. Su palabra...

—Vale más que el oro ¿verdad? —Daenon rio por lo bajo y se llevó una uva a la boca —La Compañía Dorada. Viserys una vez se reunió con ellos y le escupieron en la cara.

—Pero Viserys no es como vos, no tenía talante ni encanto, daba falsas promesas y prometía demasiado rápido. Vos sois más educado y sabéis ser encantador.

—Oh, eso sí que no sé. En Qarth tuve la paciencia de un toro cuando tuve que tratar con un mercader demasiado fastidioso.

—Bien... lo que tenéis que Viserys no tiene son dragones.

Canción de hielo y fuego: Hijos de ValyriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora