Le despertaron en mitad de la noche, uno de los sargentos de Harry, Laswell Peake. Le sacó de la cama a toda prisa. Daenon apenas pudo ponerse los pantalones cuando salió de su tienda. Era de madrugada y el frío le erizó los pelos de la espalda desnuda. Por todos lados patrullas de sus hombres marchaban a paso firme, y los primeros olores ya comenzaban a llegar desde los pabellones de las cocinas.
Peake lo llevó a la tienda de Harry. Estaban reunidos todos los capitanes que aún no habían zarpado hacia Dorne. En medio de todos ellos había un hombre que Daenon no conocía. Tenía la piel oscura, un largo y enmarañado pelo negro y unos ojos grises cansados. Sus ropas estaban llenas de polvo y apestaba a caballo. Desde que sus ojos hicieron contacto con los de Daenon se arrodilló.
—Oh, Domador del fuego, no soy digno.
—¿Quién es este hombre? —Preguntó el príncipe.
Strickland se sobó la nariz.
—Es un jinete volantino. Nos trae noticias que os interesarán.
El hombre asintió, aún en el suelo. «Noticias —pensó Daenon—por el tono de Strickland no debe ser nada bueno».
—Habla de inmediato —Ordenó.
—Mi príncipe, Volantis ha entrado en una alianza con Yunkai, Nuevo Ghis y Qarth para atacar a vuestra hermana, la esplendorosa reina Daenerys, en Meereen.
De inmediato Daenon se tensó.
—¡Atacar a mi hermana! ¡¿Cómo se atreven?! ¡Tú, habla!
—Alteza, mientras hablamos las ciudades ya reúnen sus ejércitos para atacar Meereen. Cuando partí de Volantis, hace cinco días, ya habían mandado jinetes a todos sus pueblos y ciudades vasallas para formar la leva y frente a las murallas ya se adiestraban miles de soldados esclavos —El hombre se levantó, pero sus ojos seguían clavados en el suelo —Yo acudí desde que lo oí por mi admiración a vuestra familia y porque sabría que vos... sabríais recompensarme.
Daenon apretó los puños.
—Dadle una bolsa de plata y sacadlo de mi vista.
Dos soldados se llevaron al hombre. Mientras, Daenon se acercó a la mesa de guerra de Harry y consultó los mapas. Los sargentos y oficiales se reunieron en torno a él.
—¿Cuánto tardarían las tropas en llegar a Volantis?
Harry le miró, perplejo. El hombre se pasó la lengua por los gruesos labios.
—Mi señor... ya hemos enviado todos nuestros elefantes y a diez mil de nuestros hombres a Dorne. Solo nos quedan cinco mil lanceros, mil arqueros, quinientos caballos, vuestros trescientos arcabuceros y unos dos mil jinetes libres. Atacar Volantis sin saber sus números es peligroso.
—Que Lysono cambie su objetivo. Que no embarque a Poniente sino a Volantis ¡Ya!
—Como deseéis —Asintió Harry —Ya habéis oído las órdenes. Que las trompetas suenen de inmediato, los hombres desayunarán durante la marcha. Haremos pausas cada dos horas ¡Tenemos que recorrer más de doscientas leguas sin apenas agua! Será agotador, pero eso no será un problema sino otro logro que renombre a nuestra compañía ¡Adelante!
Los sargentos alzaron los brazos a modo de aprobación, otros gritaron el lema de la compañía, y otros gritaron el nombre de Daenon.
—No olvidarán esto, mi príncipe —Le susurró Harry.
—¿Mi error?
—No, vuestro valor. A los hombres les gusta ver que su líder es un hombre resuelto y enérgico. Partiremos de inmediato, ordenaré a los sirvientes y escuderos que nos sigan con el campamento.
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Canción de hielo y fuego: Hijos de Valyria
Fiksi PenggemarEscaparon de su casa en mitad de la noche, con lo puesto, durante años huyeron de ciudad en ciudad, escapando de los puñales de quienes les perseguían y malviviendo en callejuelas y de la corta cortesía de los ricos y poderosos. Viserys, el Rey Mend...