Daenon y Daenerys retrocedieron al instante, cuando Jon Nieve cayó al suelo, ensangrentado e inmóvil. El príncipe se tapó la herida del vientre con la mano izquierda, mientras empuñaba la espada de Aegon el Conquistador con la derecha.
—¿Cómo lo ha hecho? —Daenerys estaba al borde de la locura, con las lágrimas cayéndole de los ojos púrpura y regando las mejillas rojizas por el cansancio y el frío.
Daenon no sabía qué responder. Bran Stark estaba de pie, ante ellos, con los ojos del demonio que habían atravesado segundos antes. El Rey de la Noche se había introducido en la mente del Stark, le estaba controlando, lo había doblegado a su voluntad de alguna forma. Daenon recordó que el chico contó en Invernalia que tenía la marca del Rey de la Noche, que por eso él podía seguirlo, encontrarlo... ¿Podría también atarlos?
Desterró todos los pensamientos inútiles de su cabeza, y se limitó a observar a Bran. Se agachó para recoger un arma que sustituyese a la que había usado para matar a Jon Nieve, otra lanza. Daenon observó a su hermana, eran dos contra uno. Podían intentarlo, era su última oportunidad.
Bran atacó, con una velocidad vertiginosa, superior a la de cualquier persona, y, desde luego, muy superior a la del Rey de la Noche. Daenon encajó el ataque de lleno, la lanza le mantenía a lo lejos, y no podía atacar. Un tajo le acertó en el hombro, y otro en la sien.
En ese instante los Hombres Verdes les rodearon, tensando los arcos y cargando con las lanzas.
—¡¡Vámonos!! —Gritó Daenerys, tomando a su hermano de la mano —¡¡Debemos pensar en un plan, vamos!! —Su voz sonaba desgarrada y sin fuerzas. Mientras se alejaban corriendo, Daenon vio como los Hombres Verdes cada vez atacaban en mayor número, pero Bran los liquidaba uno tras otro, uno tras otro.
Daenerys lo llevó bosque adentro, y el sonido de la batalla fue sustituido al instante por otro, un sonido de aleteos, rugidos, llamas y zarpazos. Frente a ellos de pronto apareció un enorme claro de árboles calcinados y quebrados, y en el centro, Rhaegal y Drogon estaban sobre Viserion. La visión hizo que el corazón le doliese al príncipe. Sus hijos se estaban despedazando entre ellos. Rhaegal le había arrancado a Viserion un ala de cuajo, aunque su propia extremidad también estaba desgarrada, mientras que Drogon tenía una fea herida que supuraba humo y fuego que iba desde su cuerno izquierdo hasta las fauces, pasando por el ojo, que aún brillaba rojo y amarillo. La Sombra Alada tenía el cuello de su hermano enterrado en sus colmillos, y tiró y tiró, impulsándose por las alas hasta que lo arrancó. Rhaegal quemó el cuerpo con su letal aliento, y Viserion dejó de moverse, se consumió, se cayó en pedazos como todos los espectros al morir.
Daenerys vomitó ahí mismo, y gritó de pura incapacidad. Daenon corrió hacia los dragones, pero entonces ocurrió algo insólito, imposible, y terrible. Rhaegal fue en contra de su hermano, clavando las alas en el lomo de Drogon, que se retorció lleno de dolor, escupiendo llamaradas y gritos de dolor, hasta que extendió las alas, quitándose al dragón verde de encima y yendo contra él.
Daenon se dio la vuelta, para comprobar como Bran estaba detrás de él, con los ojos en blanco, pero consciente al mismo tiempo. Daenerys miró a su hermano, y entonces Daenon supo que no podrían escapar de allí, que estaban condenados.
—Dany, huye.
—¿Qué?
—¡¡Que corras, vete!!
Daenon cargó contra Bran, y los dos se enzarzaron en un combate letal, un baile mortal. La herida le dolía cada vez más, estaba más fría que nunca, casi empezaba a arder, pero había algo que ardía con más fuerza: Su furia.
Golpeó a Bran con el puño, partió la lanza por la mitad y dio tajo tras tajo, haciéndolo retroceder, pero cuando atravesó su cuerpo el Stark sangró, pero no se quejó. Le devolvió el golpe, justo en la herida, haciendo que cayese de rodillas. Daenerys le atravesó por la espalda, pero Bran la golpeó, y tiró de Hermana Oscura hasta que la sacó del cuerpo, más roja que el blasón del dragón.
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Canción de hielo y fuego: Hijos de Valyria
FanficEscaparon de su casa en mitad de la noche, con lo puesto, durante años huyeron de ciudad en ciudad, escapando de los puñales de quienes les perseguían y malviviendo en callejuelas y de la corta cortesía de los ricos y poderosos. Viserys, el Rey Mend...