Arianne I

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Desde las murallas pudo ver la flota acercándose al puerto. Eran ocho barcos con velas negras y un dragón tricéfalo de gules pintado. Arianne sonrió divertida al comprobar que allí iba su esposo «mi esposo —pensó, riendo lo suficientemente alto como para que Hotah la escuchase, a su lado— mi príncipe dragón de negra armadura, el príncipe que vengará a mis primas». Al pensar en Nym y sobre todo en Tyenne, las lágrimas bañaron sus ojos, pero se las secó rápidamente, tratando de que Hotah no las viese. La zorra de la reina la había matado, igual que mató al príncipe Oberyn, pero pronto sabría que pisar a la serpiente de Dorne significaba cobrar una mordida.

—Informa a mi señor padre de que el príncipe ha llegado.

Hotah alzó su esposa de acero negro.

—Como ordenes, princesita.

«Soy una princesa de los Siete Reinos, y él un príncipe de Dorne». Entonces desde las nubes descendió el dragón. A pesar de que Arianne se había mentalizado a ver una de esas criaturas se sorprendió, claro que se sorprendió ¿Quién no podía evitar el brillo en los ojos al ver a un dragón? Era color crema, aunque sus escamas brillaban como el bronce. Descendió hasta la torre más alta del castillo y comenzó a dar vueltas en torno a ella. La última vez que un dragón voló en Dorne le atravesaron el ojo con la saeta de un escorpión, pero esa vez el dragón estaba a su lado.

Arianne fue a sus aposentos y se vistió con sus ropajes más sensuales. Un vestido sin mangas púrpura translúcido, que dejaba ver su estómago y parte de su seno derecho. Luego se puso una pulsera en el brazo con forma de serpiente de ojos de jade. «¿Cómo será el pequeño dragón? —fantaseó, se había hecho muchas veces la misma pregunta, intrigada. Le había visto en sus pensamientos de distintas formas, pero había supuesto que sería de estatura media y mentón afilado y pelado— Tiene solo diecisiete y yo veinticuatro. Será como si fuese a acostarme con Quentyn, pero seguro que es más guapo —pero ¿Qué más daba? Había estado con varios chicos más jóvenes que ella, eran inexpertos y tímidos, pero también tenían su diversión. Se les podía controlar en la cama y hacerles lo que ella quisiese sin esperar quejas— sí, probablemente sea entretenido».

En la sala del trono estaban sus hermanos, sus primas y varios nobles. Ella vio entre los demás asistentes, una malgama de hombres y mujeres que se agolpaban para ver al recién llegado, a algunos de sus amantes, especialmente consiguió ver a Daemon Arena. Arianne sonrió con añoranza, ella le entregó su doncellez a los catorce años, había sido algo rápido, no demasiado placentero pero sí extremadamente excitante, la primera vez que un hombre se entregaba a ella, y ella a otro.

El heraldo alzó la voz.

—¡Daenon de la casa Targaryen! Príncipe de Rocadragón y de Dorne, Domador del Fuego y padre de dragones.

Las puertas se abrieron y Arianne se apoyó sobre el trono de su padre mientras dirigía una mirada a Quentyn, que aparentaba estar nervioso. «Ponte nervioso, enano. Puede que tú te quedes este trono, pero yo soy la mayor, soy la primogénita.» Apartó la vista de su pequeño hermano y la dirigió al Targaryen. No tenía le rostro afilado y limpio, sino con una barba corta y bien recortada, al igual que el pelo, que le caía en flequillo sobre el hemisferio derecho, plateado y brillante. En altura le sacaba al menos una cabeza y media, por lo que parecía ser mayor de lo que realmente era. La fea cicatriz que le recorría el hemisferio derecho del rostro, una marcado rastro color bermellón, le hacía parecer más maduro y atractivo. A su lado estaban Ellaria, el capitán el Compañía Dorada y Adso, el pequeño maestre que se había resistido a sus encantos y que hizo enfadar a Arianne pues, por primera vez en su vida, no pudo salirse con la suya y llevárselo al lecho.

Al llegar ante el trono, el príncipe hizo una marcada reverencia ante el padre de Arianne. Extendió la mano y Doran la aceptó. Daenon Targaryen la besó, sin importarle que estuviese marcada por las fístulas de la gota.

Canción de hielo y fuego: Hijos de ValyriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora