Salieron de Dorne con cuarenta mil hombres, cincuenta elefantes y un séquito de tres mil camellos y caballos de tiro cargando provisiones, flechas y carretas llenas de material tanto médico como de las tiendas de campaña. Luego había un grupo de maestres y Hermanas Silenciosas que iban al final de la larguísima columna, y sobre todos ellos, Viserion volaba dando vueltas. Adso iba al frente, junto a Daenon, Arianne y varios señores dornienses.
El primer castillo en izar la bandera blanca fue Canto Negro, y de ahí partieron rumbo este, hacia Colina Cuerno, el asentamiento del legendario lord Randyll Tarly, la casa que había derrotado en batalla al mismísimo Rey Robert durante su altisonante rebelión. Adso nunca había estado en un asedio, pero sabía que eran muy sangrientos, y los sitios se caracterizaban por ser muy largos y aburridos. Lo que más le preocupaba eran los caballeros del Dominio. Ellos llevaban tropas acorazadas, caballos incluídos, mientras que los sementales dornienses carecía de barda y los de la Compañía Dorada a penas quinientos de los mil cuatrocientos caballeros llevaban esa protección extra.
Fue en un día de lluvias cuando les llegó el mensajero desde Altojardin alertando de que Randyll había puesto el castillo bajo sitio, y que otro de sus ejércitos, más pequeño, había cercado a lord Garlan Tyrell mientras asediaba Aguasclaras, obligándole a huir a Antigua. Daenon llamó a consejo.
La situación estaba clara. El mensajero informaba de que Tarly tenía nueve mil hombres y que disponía de dos mesnadas más. Una en su castillo y otra que había destrozado las tropas de Garlan. Los nobles y sargentos del ejército Targaryen discutían con gran alboroto, y Daenon tuvo que mandarlos a callar y tomar él la decisión. Adso sabía que su señor había sobrevivido a una batalla, pero que de esa contienda todo el mérito habían sido de Harry Strickland y de Viserion. Esa era su primera decisión ante una batalla, no solo ante el mapa.
—Lord Yronwood, llevaréis nuestros hombres y las tropas de los Tolland, las de Montenegro, Refugio del Rey, Asperón y Colina Fantasma hacia el oeste, pondréis sitio a los señores del Dominio que nos desafíen.
—Tendremos que tomar La Sidra, Vado Ceniza, Granmensa y Valdehierva. Son los principales asentamientos en esa dirección.
—Ser Ryon —Llamó el príncipe —Vos y cinco mil hombres de vuestra elección iréis al este y sitiaréis Colina Cuerno.
—Será un auténtico placer, mi príncipe —Respondió el gallardo dorniense, con una sonrisa de oreja a oreja.
—Yo dirigiré a la mitad de mis mercenarios contra lord Tarly en Altojardín, y Harry, vos iréis a socorrer a Ser Garlan.
—Mi señor —Habló lord Yronwood —¿Creéis correcto dividir en cuatro nuestro ejército? —Preguntó —En la unidad está la fuerza. Es cierto que a los dornienses se nos dará mejor un sitio que una batalla a campo abierto, pero si una sola parte del ejército falla en su misión, las otras estarán desprotegidas.
—Y nos llegan informes de que Jaime Lannister está armando un ejército en Desembarco del Rey y que ha reforzado las defensas de la Roca con cuatro mil hombres. —El capitán de la Compañía Dorada tomó dos figuras con forma de cabeza de león y colocó cada una en las posiciones designadas —Y aún no sabemos nada de los señores al norte del Mander. Deberíais ordenar enviar espías en esa zona.
—Claro —Dijo —Encargaos vos, Harry. Id y preparad todo. Deseo estar solo.
Todos se fueron retirando, pero Adso se quedó allí, al igual que Arianne, que estaba sentada en una silla, con una panza que ya comenzaba a notarse. «Solo han yacido juntos seis noches y ya está embarada —sonrió Adso, recordando que él solo había necesitado un intento— pero ¿Cómo estará Daenon? Conociéndolo, muy en el fondo estará preocupado». Adso, tras muchos años, había aprendido que Daenon se preocupaba por los demás, pero le preocupaba que la muerte de Melanthe le hubiese dejado tocado, puede que incluso melancólico. A veces le veía mirar con sentimiento una vela, como si fuese a verla surgir en las llamas.
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Canción de hielo y fuego: Hijos de Valyria
FanfictionEscaparon de su casa en mitad de la noche, con lo puesto, durante años huyeron de ciudad en ciudad, escapando de los puñales de quienes les perseguían y malviviendo en callejuelas y de la corta cortesía de los ricos y poderosos. Viserys, el Rey Mend...