Marchaban al frente de la larga columna de dothrakis, bajo el sol abrasador. Khal Drogo se tambaleaba al frente de todos, sobre el caballo, con una manta sobre los hombros. Durante días Adso había tratado de medicarle la herida, pero él se arrancó el emplaste de Mirri Maz Duur y el maestre solo pudo vendarle la herida, ni siquiera dejaba que se la rociase con alcohol, para que no supurase. Cuando cayó del caballo, con un montón de moscas revoloteando a su alrededor, supo que todo estaba a punto de empeorar mucho, mucho más.
La khaleesi se bajó de La Plata, y su hermano le siguió, dejando a Melanthe sobre su semental negro. Desde que los dos habían yacido, siete noches atrás, ella ya no caminaba, sino que cabalgaba a la espalda del joven Targaryen. Adso lo aprobaba, de hecho, le recordaba la última vez que vio a Isobel, en el puerto de Antigua.
—Sangre de mi sangre —Exclamó Cohollo el viejo, al mismo tiempo que saltaba de su caballo.
—No —Dijo Drogo, débil y cayado —Mi caballo.
Adso le entregó las riendas a Irri y se bajó, arrodillándose frente al jinete. Le quitó las ventas y como esperaba el empaste se había secado por no haberle permitido tratarlo como es debido, lucía negro y seco como la psoriagris. Bajo la carcoma negra partes de la herida que cruzaba el pecho del dothraki se veía, estaba morada y verde, supuraba y estaba totalmente podrida.
—Debo examinarlo —Dijo a la princesa.
—Se ha caído del caballo —Dijo Qotho, otro jinete de sangre.
—No debes decir eso a nadie. Ordena que paramos aquí —Dijo Daenerys.
—¿Aquí? No es lugar para acampar —Dijo Haggo.
—Ninguna mujer dice donde paramos —Replicó Qotho —Ni siquiera la khaleesi.
—Acampamos aquí —Dijo Daenerys, su tono era autoritario, y su fortaleza patente. Adso no se detuvo, embelesado en sus palabras, sino que siguió examinando la herida de Drogo, pensando alguna desesperada manera de curarle. No se le ocurría ninguna. —Cohollo, haz que los esclavos monten enseguida la tienda del Khal. Qotho...
—A mí no me das órdenes, Khaleesi.
—Ve a buscar a Mirri Maz Duuur. Tráela a ella y a su cofre.
—A la maegi... no lo haré.
—Lo harás o Khal Drogo sabrá que me has desobedecido ¡Ve!
El jinete, rojo de furia se alejó.
—Princesa... hay poco que pueda hacer por vuestro marido —Dijo Adso —Carezco del instrumental necesario para...
—Por eso llamo a Mirri Maz Duur, Adso. Tú mantenlo vivo.
—Dany —Susurró su hermano.
—Vivirá, Daenon. Ya verás que lo hará.
Los esclavos montaron la tienda de Drogo bajo un saliente de piedra negra, que la protegía del sol de la tarde, pero cuando Adso entró, seguido de la reina, hacía mucho calor.
Sus sirvientas y la chica que había liberado, Eroeh, estaban desvistiendo al Khal, mientras que el Khas de Daenerys aguardaba en el exterior, montando guardia.
—Se muere —Susurró Eroeh.
Daenerys la abofeteó.
—El Khal no morirá —Dijo, y Adso no se atrevió a llevar la contraria.
—Debemos bañarlo, agua fresca. Que preparen una segunda bañera con agua caliente, los baños le harán bien, con suerte le bajarán la fiebre.
—¿Eso le curará?
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Canción de hielo y fuego: Hijos de Valyria
FanfictionEscaparon de su casa en mitad de la noche, con lo puesto, durante años huyeron de ciudad en ciudad, escapando de los puñales de quienes les perseguían y malviviendo en callejuelas y de la corta cortesía de los ricos y poderosos. Viserys, el Rey Mend...