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Shinsuke Kita. Últimamente ese nombre había cobrado importancia. El líder de una poderosa mafia, con lazos sumamente fuertes con la policía, y claro, también controlaban mucho dinero con acciones no muy legales. Nadie lo conocía, eso era un alivio, y francamente nadie quiere conocer a un criminal ni tener algo que ver con su estilo de vida.
A pesar de su reputación violenta, era conocido en el bajo mundo como un hombre tranquilo, serio y perfeccionista; disfrutaba de negociaciones pacíficas, y odiaba recurrir a la violencia. Era un hombre minimalista, pero nada conformista. Disfrutaba de las pequeñas cosas y placeres de la vida, ningún gusto exuberante aunque bien podría darse ciertos lujos.
Mientras tanto, y/n l/n, una joven apasionada a la música, en especial al violín. Dedicada a la orquesta de la ciudad, pasaba largas horas practicando y ensayando, creando nuevas melodías acompañada de su fiel instrumento. Tenia una vida simple, cuidaba de su abuela, trabajo de medio tiempo en una cafetería local, y estudios especializados en la música.
Ella deseaba destacar, ir siempre más allá de las expectativas y sorprender a la gente. Quería transmitir un mensaje en sus melodías, darle alma y voz a las cuerdas de su violín. Un talento nato, que no tenía permitido sobresalir en la multitud de una orquesta.
En una tranquila noche de luna llena, y un poco cansado de esconderse de la vida cotidiana, Kita decidió dar un paseo por la bella ciudad y despejar su mente un rato. Al pasar cerca de un auditorio, escuchó las melodías de una orquesta, seguido de unos sonoros y animados aplausos.
La curiosidad cedió ante sus deseos de ignorar el ordenado alboroto, así que compró una entrada al teatro y se adentró a las instalaciones. Hombres y mujeres de clase media y alta vestidos de etiqueta, disfrutando una presentación en vivo. Tomó asiento en la parte trasera del auditorio, para no causar molestias al público. Miró ligeramente a su alrededor, contemplando las alfombras de terciopelo rojas y el tapizado oscuro del lugar.
El director, delante de todos ellos, hizo una breve pausa para beber agua, mientras que le ordenaba a una de las coristas que se acercase al frente; los encargados del sonido rápidamente colocaron dos micrófonos: uno se posaba delante de ella mientras que el segundo, yacía en su lado derecho, y estaba un poco más bajo. Una de las violinistas se puso de pie, sosteniendo firmemente su instrumento. La mujer soltó un suspiro, descansando el violín en su hombro y barbilla, lista para tocar.
La melodía comenzó. La voz de la artista era tremendamente hermosa, angelical y fuerte al mismo tiempo. Cautivó al público de inmediato, quedando atónitos en sus lugares.
Pero solo Kita quedó prisionero de una figura que nadie tomaba en cuenta, y que en estos momentos no sería tema de conversación, sino después de la interpretación. El violín, y sin duda, también la dueña de este.
Se ensimismó al ver la agilidad de sus dedos en las cuerdas, como su mano movía con gracia y delicadeza el arco de este. La afinación era brutal, a leguas se notaba la ardua practica que llevaba la mujer, como mínimo, unos 5 años. Y no solo sus preciosas manos lo atraparon, las facciones de la joven se veían relajadas, naturales y exquisitas; su rostro, sus expresiones, todo eso te transmitía y de alguna manera comunicaba de mejor manera la historia que la corista estaba cantando.
Hubo un momento, tan solo unos cortos segundos en los que la bella mujer cesó el canto, y le dio unos destellos de fama al violín. De notas altas pasó a notas bajas, de graves a agudos en menos de un segundo.
Su estómago se arremolinó, su corazón dio un vuelco y su temperatura corporal se incrementó. Mil y un sensaciones y emociones lo ahogaban en ese momento pero sin duda, aquella que predominaba era la paz. Kita nunca había experimentado tanta paz en su vida, y después la euforia llegó cuando el clímax de la canción fue alcanzado en la nota más aguda y alta que pudo sonar en los ecos del auditorio.
Y así, aquella breve presentación concluyó. La gente se puso de pie, ovacionando, aclamando; lanzando flores y pañuelos hacia el escenario. La corista se inclinó a dar las gracias, así como la chica del violín se agachó a recoger una de las rosas rojas que habían caído al suelo de madera del escenario. Se inclinó a agradecer, con una radiante sonrisa en sus labios, y unos ojos que por si solos destellaban, o quizá era un simple efecto de luz.
Ambas mujeres regresaron a sus puestos, tomando asiento y cambiando la hoja de sus partituras. La violinista se perdió entre sus compañeros, y ahora era difícil distinguir aquel dulce sonido que producía su violín.
Era un desperdicio de talento, y el mafioso no permitiría que se quedase escondida en una multitud de gente ordinaria.
Aquella noche, Kita se prometió a si mismo ir a ver aquel recital todos los días que fueran posibles. Quería seguir deleitando sus sentidos con aquellas melodías, y seguir admirando su dulce y delicada figura cada vez que tuviera un solo disponible. Tenerla "cerca" de él se volvió una obsesión y primera necesidad.
Por suerte, conocía alguien que valoraría sus dotes artísticos, así como amaría cada detalle de ella, desde el más pequeño que logre pasar desapericibido, hasta los más notorios a simple vista.
Y ese alguien era él.
Si y/n no tocaba para el, entonces no tocaría para nadie.
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hola chicos! bienvenidos a esta nueva historia!
Este es un AU 100% original, protagonizado por los chicos y personajes del anime Haikyuu. Esta de mas decir que obviamente los personajes no me pertenecen y que en esta historia todos son mayores de edad.Me enfocaré más en la relación de los protagonistas que en el lemmon, pero no se preocupen, que en caso de haberlo pondré una advertencia para mis chicxs que se incomodan con esos temas.
en fin, eso es todo y nos vemos en el siguiente capítulo! bye bye <3
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White Violin || Shinsuke. K
Fanfiction"Desde que te vi, perdida en las cuerdas de tu violín, supe que me enamoré de ti" (Haikyuu Mafia AU) Kita Shinsuke x Fem Reader