40| retoño

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Un calor abrasador comenzó a adueñarse de su débil y adormecido cuerpo; Sus muñecas detenidas y magulladas, tobillos atados y con un hormigueo por la presión que ejercía la cinta. Su frente humedecida, un pequeño río brotaba desde su frente hasta su ceja o quizá un poco más, ¿era sangre o sudor?

Sus labios sellados y apretados, párpados agotados que hacían un esfuerzo sobre humano para poder abrirse completamente, su vista en negro, aun acostumbrándose a la repentina luz después de tantas horas dormida. Un lejano murmullo en el horizonte.

— ¡La golpeaste muy fuerte! ¡pudiste haberla matado!— una voz masculina en eco habló, estaba detrás de ella.

— yo la veo muy bien— respondió alguien más, la falta de empatía en su voz era obvia.

Un rápido flashback la inundó, las imágenes de aquellos momentos antes de la tragedia comenzaron a ahogar su mente. Abrió sus ojos de golpe, mirando a su alrededor con terror.

Era quizá una bodega, de tamaño medio y muy oscura, apenas la tenue luz de un único foco podía iluminar un perímetro muy pequeño. No había ventanas, por lo que el calor combinado con la sensación húmeda de las goteras triplicaban lo incómodo y sofocante del lugar.

intentó gritar, quejarse o emitir hasta el más mínimo sonido, pero fue en vano al darse cuenta de la cinta en sus labios. Entonces trató de moverse, agitando sus muñecas, doblando de estas, buscando una forma rápida de librarse de las ataduras.

— quieta bonita, no querrás caerte sobre vidrio— la segunda voz habló, una fría cuchilla paseándose por las mejillas y pómulos de y/n, al final del recorrido apunta al suelo. tenía razón, había pedazos de cristal y vidrio roto tirados a su alrededor.

mierda, estaba atrapada y sin duda alguna estaba secuestrada. Podría decirse que estaba viviendo un deja vu, pero su anterior secuestro fue diferente.

abismalmente diferente.

— basta Shirabu, la estás asustando— un tercero defiende a y/n, encarándola, y mirando su herida abierta, que todavía sangraba a pesar de las horas que llevaba— según recuerdo no debíamos tocarla.

— eso le dije Semi, pero no me hace caso— la primera voz explicó en pánico, se colocó a lado de y/n, dejando ver unos mechones negros como hoyos negros.

y/n los miró con desconcierto y temor, sus ojos llorosos por la presión de saber que había hecho para encontrarse en una situación tan grave y desgraciada.

El chico que antes había acariciado y visto de cerca su herida, acarició su mejilla con ternura, y retiró la cinta de aislar de su boca; era una quemadura superficial por fricción, lo normal, y su mentón y labios enrojecidos producto del tirón y labial corrido en el pegamento.

Apenas sentía que podía respirar, o al menos hasta ahora su respiración comenzaba a regularse.

— ya está, inhala profundo— ordenó el chico, deshaciéndose de la cinta.

— ¿por que me están haciendo esto?— preguntó la joven en sollozos, cabizbaja y voz entrecortada— por favor déjenme ir, no me hagan daño.

ninguno de ellos respondió, se quedaron inmóviles al notar la presencia de su autoridad y acompañante detrás de la joven. La diestra de uno de los hombres se colocó y sujetó su nuca con cierta fuerza, jugando entre sus dedos con unos cuantos mechones de cabello.

— buen trabajo Shirabu, Goshiki— halagó una voz grave y quizá el doble de imponente que la de Kita. y/n dejó de llorar, tragando como pudo el nudo en la garganta que se acumulaba en ella.

White Violin || Shinsuke. KDonde viven las historias. Descúbrelo ahora