6| mentira a medias

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algo en ella estaba inquieto... alguien estaba en su habitación, y tenía que estar alerta.

O, bueno, intentaba estarlo, porque la somnolencia era mayor que sus ganas de averiguar quién se paseaba por su habitación.

Abrió los ojos, molesta, y dejó escapar un suspiro cansado; se sentó en la cama y se frotó los ojos con las manos, para acostumbrar sus ojos a la luz de la mañana.

Lo primero que vio fue la misma habitación en la que se había despertado antes, pero esta vez no estaba sola. Una mujer le hacía compañía.

- ¿Quién es usted?- preguntó instintivamente, y se le escapó un bostezo.

- Me llamo Emiko, señorita. Lamento haber perturbado su descanso- se disculpó amablemente, haciendo una reverencia.

También era pequeña y de complexión media, con una nariz pequeña y respingona y ojos negros rasgados, y su pelo oscuro estaba recogido en una perfecta coleta.

- No te preocupes, iba a despertarme de todos modos- mintió para no hacer sentir mal a la mujer.

- Si no le importa, mientras se asea, déjeme limpiar su habitación- y/n no tuvo más remedio que aceptar, no sin antes objetar un poco.

- Está bien Emiko, puedo limpiarlo yo, no tengo ningún problema- se negó, poniéndose de pie y acercándose a la chica de pelo negro.

- Me temo que el señor Kita insiste, señorita- Emiko insistió, bajando su mirada para seguir barriendo la habitación.

"Así que Emiko es la criada de Kita... ¿cuántos lujos puede permitirse este hombre?" pensó con curiosidad, accediendo finalmente a la propuesta.

Tras ducharse y arreglarse un poco, salió del baño para vestirse; como no tenía más ropa a mano por el momento, se puso lo que había llevado el día anterior.

Para su sorpresa, Emiko ya se había ido... era eficiente en su trabajo.

Cogiendo su móvil de la mesita de noche, se fijó en alguien a quien no había tenido en cuenta con el trato que había aceptado.

su abuela.

Seguramente a estas alturas, la pobre anciana estaría al borde del colapso al no saber el paradero de su nieta.

Marcó un par de números en su teléfono móvil, con un 20% de batería restante.

-Hola- preguntó una voz en tono suave.

- ¡Abuela! ¿cómo estás?- preguntó inocentemente, cruzando los dedos para no escuchar uno de los monólogos de su vida.

- y/n, ¿dónde estabas? no has venido a cenar a casa...- respondió su abuela preocupada.

- Lo sé, lo siento mucho... Es que he estado muy ocupada- se excusó y/n, acariciando sus sienes con la mano libre.

- ¿Ocupada con quién o con qué? no me digas que estabas con tu novio de la cafetería- la anciana la regañó.

y/n soltó una carcajada y luego se sonrojó, mirando a los lados, tratando de asegurarse de que nadie más había escuchado el comentario.

- Abuela, ya te dije que no somos nada... además, ayer ni siquiera fue a trabajar- se rió, dejando una sonrisa en sus labios.

- Ajá, ¿así que estás tan ocupada que te has olvidado del yakisoba de tu abuela?- volvió a preguntar, presionándole.

No podía decirle la verdad, al menos no todavía, y/n no quería provocarle un ataque al corazón por la llamada.

- Me voy a mudar, abuela, estoy mirando el embalaje y todo eso- dijo ella, casi mintiendo, porque técnicamente si se estaría mudando.

- ¡Oh, princesa, eso es maravilloso! ¡tendrás un espacio más grande para ti, y para practicar tus números como solista! me alegro mucho por ti- la mujer sonaba satisfecha y orgullosa, y podía sentir la sonrisa que tenía al otro lado de la línea.

no quería romper las ilusiones de su única figura materna, sabiendo que su abuela la tenía en el más alto pedestal, pensando que su "princesa" era un genio que eclipsaba a los demás cuando se subía a un escenario.

- Gracias abuela... oye me tengo que ir, la batería de mi móvil está baja. Nos vemos la semana que viene, ¿vale?- comentó rápidamente, para salir de la conversación.

- ¡Claro! Te quiero princesa, cuídate- respondió la anciana y colgó inmediatamente.

Después, se guardó el móvil en el bolsillo de los vaqueros y finalmente salió de la habitación, dirigiéndose al comedor.

Allí encontró a Emiko, apurada y preparando un desayuno que olía delicioso, o tal vez era el hambre.

Pero además, allí estaba Kita, haciéndole compañía mientras sorbía una taza de café. Lo miró rápidamente, escudriñando el atuendo que llevaba: una camisa color vino desabrochada de los dos primeros botones y unos pantalones largos negros; para más estilo, tenía tres anillos de plata apoyados en su mano izquierda, así como un reloj rolex plateado con la correa a su medida.

Y no hay que olvidar su tatuaje, que destacaba en el lateral del cuello.

- Buenos días- saludó la chica.

Todavía sentía los nervios a flor de piel, más aún viéndolo así vestido y de pie frente a él.

Tenía un aspecto imponente, y francamente muy varonil. una excelente combinación.

- Buenos días, angelito- le devolvió el saludo, mirando y siguiendo los pasos de la joven.

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holaaa! aquí les dejo el sexto cap de esta bella historia.

no voy a mentir, estuve simpeando mucho mientras escribía este capítulo jiji.

espero que les haya gustado, ya saben, dejen su estrellita y un bonito comentario, que se agradece mucho.

nos vemos en el siguiente capítulo! bye bye! <3

White Violin || Shinsuke. KDonde viven las historias. Descúbrelo ahora