68| obediencia y esperanza

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Sus bellos orbes fijos a su reflejo, sin expresión y cansada. No se reconoce, no sabe de quién es la imagen que tiene delante de ella, tan demacrada y pisoteada como para reconocerse. Su figura envuelta en un hermoso vestido de un tono violeta quemado, dejando al descubierto lo largo de su pierna izquierda y un pronunciado escote resaltando sus senos. Todo en esa prenda está mal: el color, lo expuesta que se ve su piel, demasiado ajustado como para respirar correctamente. Sí, era hermoso, pero le daba asco el propósito y el mensaje por el que sería usado.

A los hombres adinerados les atrae la belleza, combinada con la sumisión y la desnudez. La obligarían a usar eso el día de la subasta con tal de provocar a los posibles compradores, buscaban verlos como perros detrás de un jugoso pedazo de carne: peleando, defendiendo lo que desean y tanto los atrae.

— Señorita no llore, no quiero picarla con el alfiler.

Y siempre parece que a nadie le importa el cómo se encuentra.

Sus sollozos se quedan atrapados en la tela. El diseñador a invertido mucho tiempo en él pero para Ushijima parece no ser lo suficientemente bueno y siempre quiere hacerle una modificación más, está vez añadirle detalles de pedrería y flores en la parte del vientre y abdomen.

— Lo siento— murmura con dolor, aún mirando hacia adelante. No quiere ver a sus costados, ni atrás porque ahí están, supervisando y viendo que ni el modista ni ella hagan una estupidez.

— Voltéate y modélanos Y/n.

Tendou da la orden reposando desde el sillón, es hipnótico el contraste del vestido en ella, le sienta tan bien. Se pregunta a qué olerá su cabello, si su piel tersa, que figura puede formar con los lunares de su espalda, a que sabrá el darle un solo mordisco.

Obedece. Gira su cuerpo 180° grados hasta tenerlos de frente, pero baja la mirada en cuento siente como Eita se pasea en la curvatura de sus pechos. No quiere más problemas, ya no quiere más consecuencias.

— Pon tu cabello de lado.

Shirabu se estremece en cuanto ella sigue su orden y le dedica una mirada apenada, su cuello ahora expuesto le provoca una sensación de escalos fríos. La imagina usando solamente un bonito collar, el vestido esta de más.

— Magnífico trabajo Asahi-san— halaga Goshiki—. ¿Tu que opinas Sakusa?

El diseñador hace una reverencia y contempla su obra maestra en aquella deprimida musa que lo porta. Quizá si la joven cambiase de actitud el vestido pueda resaltar más, pero aparentemente no hay forma de alegrarla. Su aura es de penuria, desesperanza y tristeza. 

— Es linda.

Y/n sube su mirada para verlo: tan serio y estoico, de brazos cruzados y ese maldito cubrebocas cubriendo la mitad de su rostro, seguramente está riendo cínico y disfrutando cada mínimo detalle de esta tortura. Se ocultará y reirá en privado de Shinsuke al ver sus desesperados intentos de encontrarla cuando Sakusa esta en primera fila, viendo el silencio todo el sufrimiento que le provocan.

— ¿Te gusta, Wakatoshi?

El líder no dice nada, no articula ni expresa decepción o emoción, solo se acerca hasta que la tiene tan cerca de su cara que instintivamente Y/n desvía su rostro. El jefe de irrita ante esta acción, aún tiene sus desplantes rebeldes pero puede lidiar con ellos; con dos dedos sujeta con firmeza su mentón y la obliga a que lo mire y alce la cara para que puedan conectar sus miradas.

White Violin || Shinsuke. KDonde viven las historias. Descúbrelo ahora