56| supervivencia

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Contenido picante: consensual, degradación, digitación, oral, sobrestimulacion, azotes, negación de orgasmo, sin protección.

¡Si no te gusta nada de esto, por favor siéntete libre de pasar al siguiente capítulo!

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Su mente se vuelve fogosa en un candente vapor de lujuria y tentación; siente dos maravillosas manos abrirse paso por su clavícula, espalda baja y pechos; son curiosas y juguetonas, no dejan de tocarla, y a estas alturas duda que se detenga.

Y/n no quiere que Semi se detenga.

Pupilas dilatadas, labios que se funden como si fueran uno mismo y la temperatura corporal sube aceleradamente en ambos.

La joven también recorre con e tacto el pecho aún vestido del chico, las esconde sutilmente debajo de su camina y lo acaricia, pellizca y hasta rasguña para tentar hasta donde puede llegar. Sonríe entre el beso cuando logra tantear con unas argollas en los ya endurecidos pezones de Semi.

Son mucho más sensibles de lo que esperaba.

— Vaya sorpresa con la que me acabo de encontrar.

Eita suelta un sonoro y largo gemido, y de una de quita la camisa que lo mantenía vestido de torso para arriba. Muerde con delicadeza sus labios y sonríe con sadismo al notar que sin querer, los dos están en el mismo canal.

— Decide: ¿sofá o mesa de billar?

Su voz fue posesiva y más gruesa de lo suya al, un dulce cantar de pasión que suplica por llegar más lejos que unos simples besos, roces y tocamientos. En otro momento, quizá en otro contexto, Y/n hubiese elegido algo más cómodo y vainilla, se iría por el sofá.

Pero hoy se siente más atrevida y hormonal de lo usual, desesperada para que esto no se posponga más.

— Estoy segura que tú también quieres hacerlo en esta mesa.

Tan rápido como oye la respuesta, Semi la recuesta sobre su espalda en aquella superficie suave debido a la tela verde que recubre el material. Le arranca la frágil blusa y sigue dándose un festín con sus pechos y desciende depositando fríos y húmedos besos hasta llegar a donde inician los diminutos shorts de la mujer.

— No quiero ni un solo ruido, ¿entendido?— las órdenes entran por un oído y salen por el otro, poca atención y sus sentidos que, aunque están agudizados, no tiene cabeza para obedecer.

Mejor dicho, esta vez no quiere obedecer.

De un tirón rápido, retira de estos shorts y comienza a besar y acariciar los muslos de la joven; los admira y se detiene un minuto para contemplar la belleza de piel decorada y pintada con lunares, estrías y manchas que detallan su figura. Viéndola así, desde abajo, se ve tan bonita y vulnerable a la vez.

Semi sabe que es poco original de su parte quitar sus bragas con sus dedos, muy aburrido. Asi que entre abre su boca y engancha con sus dientes la tela y baja esta muy lentamente, desespera pero es mucho más sensual y sabe lo que hace.

Apenas acerca sus labios a la intimidad de y/n, no pasan ni dos segundos cuando al sentir la respiración directamente en su núcleo húmedo e hirviendo, la mujer deja salir un suave gemido que no pasa desapercibido por Eita.

— Eres una perra desobediente.

Y le da un firme azoton en la parte interna del muslo izquierdo, la joven se retuerce pero sus paredes vaginales se contraen ante el trato rudo y las palabras sucias. Semi sonríe al ver esto, y parece que cada aspecto lo hace sentir muchas más cosas por ella.

White Violin || Shinsuke. KDonde viven las historias. Descúbrelo ahora