White Violin || Shinsuke. K

32| un niño que sufre

Aviso: descripción de violencia infantil.

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un pequeño de 4 años sentado en la orilla de su ventana, balanceando sus piernas adelante y atrás, mientras mantenía su mirada y semblante serio hacía un grupo de niños que jugaban en el callejón de su calle.

"¿por que Neva nunca me deja jugar con ellos?" pensó entristecido.

el sonido de la vieja puerta de madera abriéndose lo sacó de sus pensamientos, el niño rápido reaccionó y corrió hasta la cocina. Sus pequeños piececitos descalzos y sucios astillados y adoloridos por las agujas de jeringas desperdigadas por el suelo.

encendió como pudo la estufa y a duras penas pudo sujetar correctamente la olla con el estofado de la semana.

a tropezones una señorita que tan solo vestía un abrigo caminó hasta la cocina, acechando al pequeño; por el mal estado de su rostro, su apeste a alcohol combinado con tabaco y su forma de caminar el pequeño no tardó en darse cuenta que la señora que lo cuidaba no venía en buenas condiciones.

— maldito mocoso, ¿¡no pudiste calentar la comida?!— preguntó enfurecida.

— p-perdón Neva, enseguida la preparo— se disculpó el pequeño horrorizado, siguiendo sus mejillas arder y picar al recibir una fuerte cachetada de la mujer.

— ¿¡y ni siquiera pudiste barrer la sala?! ¿para que te tuve, maldito estorbo?—

la mujer tiró fuertemente del brazo del niño, dejando las marcas de sus dedos en sus debiluchos y pálidos brazos. El pequeño se quejó de dolor, intentó safarse de ella pero lo único que consiguió fue otro golpe seco en su mejilla.

— esperemos que con esto aprendas a no desobedecerme— mencionó la mujer, una sonrisa sadica en su rostro mientras apagaba el cigarro en el dedo medio del niño. El pequeño chilló de dolor, su rostro y manos doblemente enrojecidos por el ardor. Quería rogarle porque se detuviera pero sus palabras simplemente no salían de sus labios.

— deja de llorar, eres un hombrecito, esto no es nada comparado a lo que me hacen a mi— su risa macabra salió desde lo profundo de su garganta.

Después tiro al pequeño al suelo, quien por terror se arrastró por el suelo de la cocina hasta poder ponerse de pie y correr despavorido hasta su cuarto.

— ni se te ocurra salir a comer algo niño estupido, no te quiero ver por el resto de la noche— y con eso dicho, la mujer encerró en su habitación al niño, quien solo lloraba desconsolado y abrazando sus rodillas en su pecho.

"¿por que Neva no me quiere"

— esos eran de los castigos más ligeros— mencionó Kita, suspirando mientras analizaba sus manos y contando el relato.

Los castigos fueron empeorando.
Azotes, golpes, quemaduras, agua fría e inanición. A veces no todos los malos tratos eran de parte de Neva, muchas veces el niño siempre parecía estar golpeado por su torpeza y accidentes que padecía en su propia casa, que siempre estaba sucia y desordenada.

sufría de constantes mareos debido a los cigarros e "incienso" que dejaba encendidos Neva alrededor de su diminuto departamento, sus ojos enrojecidos y llorosos aunque no estuviera triste. Tampoco es como si pudiera sentir algo más aparte del dolor.

muchas veces dormía durante largos periodos de tiempo, los cristales que el niño confundía con sal u azúcar lo atontaban mucho más. Por las noches no lograba conciliar el sueño ya que Neva de vez en cuando llevaba hombres a la casa, con quienes aplaudía y gritaba toda la noche, parecía quejarse de vez en cuando y otras veces sus gritos parecían "felices".