31| distancia

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pasaron los días, con la esperanza de que todo volviera a ser como antes. De vivir nuevamente con ese cariñoso y gentil hombre que todos los días la impresionaba más. Pero no fue así.

desde ese día hubo una pequeña grieta en su relación.

Kita mantuvo su distancia con y/n.

En las mañanas al despertar, Shinsuke no estaba a lado de ella susurrando sus buenos días a su oído y mimando a la chica desde temprano. Simplemente no estaba. 

Los desayunos se volvieron solitarios; Emiko preparaba el desayuno para dos, pero uno siempre se ausentaba.

Aran volvió a su trabajo como guardaespaldas de y/n, no es que le desagradara pero en el fondo ella quería que Kita la transportara a su trabajo como ese fatídico día.

Al llegar por las noches, siempre solía anunciar su entrada para ambos conversar sobre su día a día y pasar un rato juntos. Ahora ya no más, el chico se escabullía lo más silencioso que podía hasta su despacho, y se encerraba por largas jornadas.

A veces también lo hacia, cuando quería privacidad, pero generalmente no cerraba la puerta con seguro y el siempre había dicho que la compañía de y/n a cualquier lugar era reconfortante para el.

cosas muy simples, pero que hacían su ausencia más notoria.

y como dolía eso.

Esos días actuaron como una eternidad para la joven, que a cada día que pasaba se aburría y extrañaba más a Kita. En muchas ocasiones y/n se armó de valor para preguntarle al chico si podían platicar y dialogar sobre lo que sucedía entre ellos, o si en su defecto Shinsuke se sentía bien.

Pero cada vez que lo intentaba siempre pasaban dos cosas: el chico simplemente respondía con un "estoy bien" o y/n se acobardaba y se escondía en el salón de música a tocar su querido violín blanco que ahora parecía ser su única compañía.

Kita inconscientemente estaba repitiendo el mismo patrón que Daichi.

y eso dolía el doble.

lo único que podía mejorar un poco sus días era el salir de la residencia y distraerse ella misma con su trabajo y en el conservatorio. Desahogando su dolor en las cuerdas del violín para volver a la silenciosa mansión.

Tal vez Oikawa tenía razón, y/n había enaltecido tanto a Kita cuando en realidad era igual a todos los hombres.

bueno, aunque en realidad sólo había salido con dos en toda su vida, pero se entendía el punto.

decidió que sería bueno hacerle una visita a su abuela, quien seguramente tendría unas palabras de aliento, consejo y consuelo a sus problemas.

llegó a una casa humilde a las afueras de Tokio, donde una pequeña anciana con buen corazón abrió la puerta y la recibió en su hogar con los brazos abiertos y con todo el amor del mundo.

el ambiente cálido y el olor a comida la inundaron apenas se adentró al lugar; analizó lentamente con su mirada las incontables fotos en los portarretratos dispersos por toda la casa. Fotos de ella misma a lo largo de los años, de su difunto abuelo tocando en un teatro de jazz, de un joven alto y apuesto que sostenía una guitarra y de una preciosa y joven bailarina en posición de punta.

Esa bailarina era su abuela. La gran Ann Suki, con un futuro brillante y talento nato que siempre cautivó a su audiencia en cada función.

comieron, conversaron y recordaron buenos momentos en la cena. La intranquilidad de la chica se había esfumado en esa hora y media de comida. Pero su atención seguía dispersa al igual que su mente divagaba perezosamente, dándole más vueltas al asunto.

White Violin || Shinsuke. KDonde viven las historias. Descúbrelo ahora