Capítulo 4

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Shaoran:

—¡Quiero irme de acá, no lo soporto!—esa mujer desde que la he traído a la dependencia está insoportable.

Al llegar mis hombres la devoraban con la mirada estaba por advertirles sobre el comportarse pero la mirada fulminante de ella como una bruja desquiciada los alejó a todos.

Pedí que la lleven a mi oficina hasta buscarle algo decente que se ponga, pero no quiso recibirme nada y a ninguno de mis hombres.

Ahora está ahí toda histérica queriendo irse. Si esto no fuera importante ya la hubiera mandado en un taxi a donde sea que se pierda.

Resoplo enojado, le digo a mi subordinado que se vaya y me deje a solas con ella.

Al cerrar la puerta con enojo, da un respingo, ahora no es más la fiera que demostró ser al gritar a mi gente. Alguna vez me dijeron que tengo una mirada amenazante y lo siento por esta mujer pero lo usaré con ella de ser necesario.

—¡Qué hace, aléjese!—intenta levantarse pero mis brazos son más rápidos y la vuelvo a sentar en la misma posición. Su cuerpo pequeño está siendo cubierto por mi grueso aspecto. Sus manos en mi torso y sus ojos que ahora son de un ciervo asustado me miran.

—Usted es la pieza clave de toda esta noche de desastre y muerte señorita, ese maldito hombre al saber que hay alguien más que sabe sobre su conversación terminará su trabajo—termino de explicarle que no debe por ahora exponerse y ver dónde la mantengo oculta y protegida.

—¿Me está queriendo decir que soy como una joya preciada, para ese tipo?—su incredulidad es épica—. ¡No quiero estar encerrada, usted no tiene ningún derecho a eso!

—Si lo tengo, para guardar y preservar su identidad es que lo hago, ese tipo es poderoso si la encuentra la matará. Haber si así entiende.

Veo que quiere decir algo pero solo aprieta los labios. La puerta es tocada veo a ver de quién trata uno de mis subordinados trae una muda de ropa que  ha llegado junto con una bolsa que le entrego. Me mira con los brazos cruzados y el ceño fruncido.

—Vistase, no piensa estar así en mi dependencia—le advierto. Está casi amaneciendo, y debo ver un lugar seguro donde resguardarla.

De mala gana me quita la bolsa y se encierra en el baño de mi oficina. Al cabo de un momento sale con unos pantalones apretados dejando ver su contorneada figura, una blusa con los hombros descubiertos descubriendo su blanca piel, no evito sentir algo extraño al verla, se acerca a mí y vuelve a sentarse en el mismo lugar.

—¿Al menos me dejaría hacer una llamada?—pregunta molesta—. Mi padre necesita saber que estoy bien.

—Déjeme decepcionarla pero desde este momento, está prohibida de ponerse en contacto con alguien—su cara se crispa de enojo, se levanta furiosa y da vueltas como una leona a punto de atacar.

Me da un poco de gracia que se comporte así, de la infinidad de mujeres que he tratado casi todas me han coqueteado o han simulado ser damiselas en peligro. Pero esta mujer es la personificación de un alma rebelde y belicosa.

—¡Es un usted un reverendo insensible!—su cara roja de la ira me tiene sin cuidado, se acerca a mi y con su dedo hinca mi pecho sin hacerme cosquillas—.¡En qué lío estoy metida, quiero que me lleve con mi padre, se lo exijo!

—¡Ya basta!—tomó su muñeca pero ella no se inmuta, al contrario se enoja más e intenta soltarse—.¡No estropee mi trabajo e investigación con sus arranques de ira y locura, usted no se imagina como estoy por agarrar a ese infeliz!¡Si en verdad aprecia su vida y algún día desea ver a su padre, entonces colabore!—la suelto con brusquedad

𝑨𝒍 𝑭𝒊𝒍𝒐 𝒅𝒆 𝒕𝒖 𝑨𝒎𝒐𝒓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora