Capítulo 36

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Cuando Kaito recibió la noticia sobre el accidente que tuvo su madre estaba en una reunión con autoridades nacionales, Shaoran debió también estar ahí pero mandó a disculparse por no estar presente. Kaito al principio estuvo un poco molesto por declinar la reunión que afortunadamente se canceló debido a su viaje inesperado.

Salió de la comandancia y llegando a su departamento tomó una pequeña maleta y arribó al aeropuerto de Hong Kong rogando que haya un vuelo disponible para que se pueda reunir con su madre. Según el empleado que lo llamó para avisarle su madre está estable pero no estará tranquilo hasta que la vea con sus propios ojos. Siendo un hombre atractivo acaparó las miradas de muchas mujeres incluidas las señoritas que venden los boletos de avión. La paciencia del guapo comandante se agotó haciendo que la joven que lo atendía se sonroje y rápidamente le otorgue el único vuelo disponible que; para su mala suerte tenía que esperar una hora para abordar el ir con ella.

En toda la hora de espera está pensando en cómo verá a Akiho si la tiene frente a frente una vez más. Juró no volver a Inglaterra por puro gusto y ahora el destino vuelve a ponerla tan cerca de él que es capaz de hacer cualquier estupidez por alejarla. Ella no se imagina el grado de magnitud que ha lastimado su corazón desde ese día que lo rechazó y desprecio de la peor manera. Aún recuerda sus palabras; esas palabras tan duras que marcaron su vida:

Nunca te amé, solo estuve contigo porque fuiste un capricho y pasatiempo que ya se evaporó. Ahora estoy con un hombre de verdad que me hará inmensamente feliz, algo que contigo no iba a tener.

Sus puños se contraen por culpa de la ira que recorre su ser, a veces ha tenido la imperiosa necesidad de vengarse y darle donde más le duele para ver si así se las cobra todas las noches de dolor y resentimiento que tuvo por su culpa. La hora pasó y con rapidez abordó el avión con destino a Inglaterra.

Le envío un mensaje a Shaoran explicando su situación y el porqué estará lejos unos días. Apagó su móvil y en todo el camino no dejó de pensar en su madre. Se hace muchas preguntas que obtendrá respuestas cuando llegue y esté cerca de ella.

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Después de casi doce horas de viaje al fin está descendiendo del avión. Por cambio de país está con un abrigo de lana que cubre casi todo su cuerpo. Recogió su maleta y tomó un taxi hasta la residencia Yuna. Una de las más ricas y poderosas de toda la cuidad y de país. Cuando bajó del taxi el guardia que custodia la entrada no podía creerlo y sin perder el tiempo lo hizo ingresar. El guapo comandante tuvo que subir al taxi para que pueda llegar hasta la puerta de la casa, si lo hacía a pie hubiera demorado unos veinte minutos en hacerlo. La propiedad de los Yuna es tan inmensa que toda la mansión está rodeada de vegetación y muchos árboles silvestres.

-Quédese con el cambio-agradeció Kaito al taxista que al ver el enorme billete en sus manos agradeció de manera inmediata, acaba de darle una suma considerable de dinero, una que él hombre logra reunir en una semana.

Estando frente a la gran casa, los recuerdos inundan su mente otra vez pero los disipa moviendo la cabeza, solo ha llegado a cerciorarse que su madre está bien para volver a Hong Kong y a sus obligaciones. La puerta se abre y muchos empleados lo reverencian como si de un rey poderoso se tratase, solo levanto la cabeza en señal de tener un poco de paciencia. Con un asentimiento de cabeza entró a la casa que sigue intacta y tan elegante.

-¿Dónde está mi madre?-preguntó sin perder el tiempo.

-En su habitación amo-respondió con mucha obediencia-. Llevaré su maleta a su habitación.

Sin decir nada subió las inmensas escaleras para llegar a un gran corredor donde las habitaciones se encuentran. Con gran expectación tocó la puerta donde yacía su madre. Un débil adelante se oyó al otro lado donde está la hermosa mujer de cabellos castaños oscuros y ojos azules que al ver a su hijo está incrédula. La mujer se levantó de su asiento de descanso viendo la imagen de su hijo que la observa con detenimiento y al fin botar un suspiro de alivio. Uno que no podía votar desde que había subido al avión.

𝑨𝒍 𝑭𝒊𝒍𝒐 𝒅𝒆 𝒕𝒖 𝑨𝒎𝒐𝒓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora