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Taeyeon nunca había visto a sus padres tan preocupados en un pasado. Y todas las ocasiones en las que los vio inquietos, Yoonji tenía mucho que ver; el que fuera el tema central esa vez no le sorprendía ni un poco.

Yacía en el sofisticado búnker de su casa, la que se asemejaba en demasía a una mansión. Su padre era un diputado con muchos enemigos políticos, en especial de Corea del Norte, así que contar con un lugar en el que esconderse era lógico. El hecho de que estudiara en escuela «pública» se debía a las ganas de Taeyeon por ser una chica normal y pasar desapercibida. Después de que Yoonji terminara envuelta en adicciones y malas compañías, sus padres habían decidido ser más comprensivos con la hija que les quedaba.

—¿E...Estás seguro de que podría tratarse de ese hombre? —murmuró su madre mientras bebía té.

El chófer, que en realidad era experto en armas y artes marciales, se encontraba observando la superficie por medio de las cámaras de seguridad; sin embargo, negó ante las palabras de la mujer.

—El señor Min me pidió mantenerlas escondidas hasta que se encuentre el culpable de la situación.

—¿Yoonji cómo está? Yo- Dios mío, mi niña.

Taeyeon rodó los ojos cuando la escuchó comenzar a llorar. De milagro se había calmado en la última hora. Por su lado, ella se la había pasado sentada en una orilla de la camita pequeña y con un colchón deplorable, jugando con su celular. No tenía señal, así que pensar en Jimin y tranquilizarla por telepatía era lo único que podía hacer.

—No entiendo por qué le harían daño a Yoonji, nadie sabe que somos hijas de papá. —dijo Taeyeon.

—Es cierto que las relaciones interpersonales del señor Min son un secreto, en busca de proteger su integridad física y la de sus allegados, pero las elecciones en el país vecino están cerca y el señor no es muy pacífico en Twitter.

—¡Le dije que debía callarse, todo el mundo sabe que los del Norte viven bajo una dictadura! —sollozó la señora Min— ¡Le pasa algo a Yoonji y me muero!

—Mamá, por favor, cálmate. El médico dijo que su contusión cerebral no es mortal. Ustedes diciendo que se trataba de su muerte... ¡Cómo exageran!

—¡No viste el estado en el que la encontró tu padre! ¡La vi-violaron!

Hubo un silencio incómodo. Taeyeon suspiró, empática por la situación que había pasado su hermana, pero eso no terminaba de calmar su desagrado hacia su persona. Reparando en la situación hiperbólica en la que se encontraba, solo podía reforzar su teoría de que Yoonji siempre sería la razón de vivir de sus padres.

• • •

Jimin abrazaba el costado de su profesora de inglés con mucha fuerza. La mujer la tenía abrazada por los hombros, sonriendo. Los alumnos ya estaban en las aulas, así que el pasillo estaba desocupado. Sus ojos se encontraron con un par más grande que miraban en su dirección. Jimin se sorprendió al darse cuenta de quién se trataba.

—¿Pro-Profesora Jeon?

La más alta tragó fuerte, y se alisó el cabello suelto con las manos.

—Estudiante Park —dijo con voz solemne—, pasaba por aquí. Ya me voy. Me tocaba estar con la clase junior hacía cinco minutos.

(extra)Ordinaria | KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora