XXVIII.

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XXVIII

Tal vez estaba siendo exagerada, pero tenía el presentimiento de que Jeongguk no la estaba pasando muy bien, a juzgar por su rostro más serio de lo normal. Taeyeon seguramente la llamaría lunática, por eso no quería decirlo en voz alta. 

Se mordió el labio inferior con nerviosismo, pero resolvió calmarse luego de un suspiro. Tomó en sus manos el recipiente en el que estaba el pastel de queso que había horneado con Jin la noche anterior, y esperó a que su amiga se marchara junto a los demás estudiantes. Intentó actuar normal cuando Taeyeon le preguntó tácitamente por qué no se ponía de pie, así que la chica se limitó a rodar los ojos con antipatía e irse.

No sin antes casi sacarle el dedo del medio a la profesora. Taeyeon era muy cuadrada para tal acción, pero Jimin no se sorprendería si ella repentinamente lo hacía.

Se acercó a la mujer que recogía sus cosas. Jeongguk no se inmutó.

—Para usted. —Jimin le extendió el pastel a la profesora, quien lo agarró con los labios arrugados en una mueca de timidez.

—¿Esto por qué?

—Sólo quise —Jimin sonrió sin mostrar los dientes, Jeongguk quedó con la vista perdida en los labios anchos—, ¿no le gusta?

—Sí, pero no quiero incomodarte. Con los mochis de antes-

—Voy a hornear los pasteles que sean necesarios.

—¿Para qué?

Jimin no lo sabía. Pero su cerebro y su lengua no estaban conectados, o simplemente se pusieron de acuerdo para ignorar la lógica, pues respondió:

—Porque me gusta.

Jeongguk perdió el color de su rostro. Jimin dio dos pasos hacia adelante, intentando auxiliarla —tenía el aspecto de un fantasma—, pero la profesora retrocedió, alejándose.

—No vuelvas a decir eso.

—Usted me preguntó. 

Estaba genuinamente confundida. No le gustaba mentir, a pesar de que había una posibilidad infinita de que Jeongguk no lo tomara bien. ¿Estaba mal querer hornear para ella? ¿O gustar del proceso? Sin embargo, su corazón habló sin pedirle permiso.

Lo que no sabía, era que Jeongguk había interpretado el «Me gusta» de otra forma más comprometedora.

Y ahora, observando la reacción trémula de la mujer adulta, Jimin se encontró complacida.

—N-No lo vuelvas a decir, por favor.

—Me gusta, Jeongguk-shi. Por favor-

Jeongguk cubrió su boca con su gigantesca mano, y Jimin quedó con la boca abierta a medias. Sacó la punta de la lengua con curiosidad, sintiendo la textura callosa de la palma. Sus ojos se encontraron con los de la profesora y sintió sus piernas debilitarse, el corazón latiendo despavorido y un calor extendiéndose por toda la parte inferior de su cuerpo.

Jeongguk tenía agarrada su cintura con la otra mano. La subió un poco, masajeando su costado con delicadeza extraña. Jimin podía jurar que había unas convulsiones que demostraban su nerviosismo, hasta que ella dio con su cabello oscuro desparramado encima de sus pechos grandes, y lo movió, ubicándolo detrás de su espalda. 

Entonces Jimin soltó un gemido y Jeongguk se separó, espabilando rápidamente. De repente había caído en cuenta de su descuido.

Jimin se quedó sola en el aula, encerrando su seno derecho en una de sus manos. Apretó los muslos gruesos entre sí, el calor aumentando en su zona baja, pero la vergüenza evitó que hiciera caso a sus instintos, así que no se tocó aquella parte de su cuerpo que ardía.

(extra)Ordinaria | KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora