XXVII.

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XXVII

—¿Cómo te fue~? —canturreó Yoonji al escuchar la puerta siendo maltratada. Las bisagras estaban en decadencia, por lo que la algarabía era consecuente.

Jeongguk se soltó el cabello y suspiró, al mismo tiempo que se dejaba caer en la pequeña cama. Yoonji, quien se estaba haciendo trenzas en el pelo —para matar la rutina—, brincó cuando el cuerpo musculoso de la profesora cayó.

—Bien.

—¿Y por qué parece que te hubieran dejado con las ganas o algo peor?

—¿Sólo piensas en sexo?

—Nah, también en droga.

La broma estaba supuesta a quedarse en el plano gracioso, aunque realmente no le daba risa. Jeongguk rodó los ojos y se quitó toda la ropa de la parte superior de su cuerpo.

—¿Comiste? —le preguntó a Yoonji, prendiendo su cigarrillo.

—Sí, agarré de tu cartera.

—Vale.

Hizo anillos de humo y se encargó de verlos desaparecer al poco tiempo. Yoonji se puso de pie y subió a su regazo, a horcajadas. Jeongguk levantó una ceja en su dirección.

—¿Te la chupo?

Rodando los ojos, Jeongguk se deshizo de su cuerpo—. Quédate quieta.

—¡Pero me siento sola!

—Masturbarte es una buena opción. Es lo que hacemos las personas normales, no echarnos encima de cualquiera.

—No eres cualquiera... Eres mi amiga.

El puchero de Yoonji era extraño. No quedaba con su persona, pero sí con una fase de ella que Jeongguk conocía.

—¿De dónde la sacaste? —gruñó entre dientes, agarrándola del cuello. Yoonji abrió los labios, poniendo las manos encima de las de Jeongguk— Responde, todavía puedes hablar.

Yoonji cayó al piso y se sostuvo de sus rodillas. La respiración agitada, la cara roja. La miró a través de las pestañas y sacó la lengua, ansiosa por alguna mierda depravada que la había excitado.

—Déjame hacerte sentir bien.

—Yoonji-

Ella maniobró con su falda, quitándola a tiempo record, pero Jeongguk logró separarse. Yoonji se puso a llorar como consecuencia.

—¿Por...? ¿Por qué no quieres?

Realmente parecía herida. Como si el rechazo hubiera arruinado su viaje. Así que, sintiéndose culpable, Jeongguk la atrapó en sus brazos y se acostó con ella en la cama. Yoonji intentó separarse, llorando fuerte, pero ella no lo permitió.

—Cálmate.

—¿No me qui-quieres? ¿Por qué?

—Porque eres mi amiga, Yoon —suspiró, besando su cabello—. ¿Por qué volviste a consumir mierda? ¿Quién te la vendió?

Yoonji no respondió. La dejó en sus pechos hasta que se durmió, y después la protegió del frío con cuidado. Fue a la pequeña cocina e hizo arroz, lo sirvió con las alitas de pollo que ya venían preparadas, así que solamente tuvo que freírlas y la acompañó con un zumo de naranja no muy elaborado. La dejó en la mesita de noche, tapándola con otro plato. Estaba segura de que Yoonji duraría un buen tiempo dormida, había sido un mecanismo de defensa al que ella sucumbió gracias a su estado.

«No te olvides de comer. Calienta si te despiertas tarde. -JK»

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(extra)Ordinaria | KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora