III
El resto de la jornada escolar pasó muy lentamente. Jimin se sentía incómoda, triste y decaída. Como si fuera señalada todo el tiempo, pero a la vez ignorada. Era agotador, aunque Taeyeon estaba a su lado para apoyarla.
—¿Qué harás hoy? —preguntó la rubia a la hora del almuerzo.
—Salimos a las cinco de la tarde, mmmh —dijo, sacando el almuerzo que Jin le había preparado—. Namjoon oppa de seguro pedirá la cena, y luego estudiaré hasta dormir, ¿por qué?
—¿Tienes problemas con tus deberes?
Jimin se sonrojó. Sinceramente, le era difícil aprender los temas de una sola vez. Se esforzaba más que Taeyeon, por ejemplo; sin embargo, su amiga seguía teniendo mejores notas.
—De hecho, no entiendo mucho Álgebra.
Taeyeon asintió, y le dio una caricia en la mandíbula.
—Tranquila, yo te enseño lo que quieras.
Jimin se alegró demasiado, al punto de lanzar un pequeño ruidito tierno—. ¡Kyyyya~! Gracias, Tae~.
—De nada. ¿Te parece si voy a tu casa hoy? Mi hermana llega a casa y no quiero verla.
—¿Yoonie? —se extrañó Jimin, ya que no conocía a la chica de nada, pero no solía juzgar de antemano
—Sí —Taeyeon rodó los ojos—. Y dile Yoonji, no me gusta esa confianza tuya.
Jimin se rio, olvidando por un momento su malestar pasado—. ¡Pero, Tae, de seguro es agradable!
—No lo es.
La pelinegra se encogió de hombros y continuó comiendo su pechuga libre de grasa. Ser gorda no la haría hermosa. Taeyeon empezó a hablar sobre Límites de forma general y Jimin mantuvo un puchero constante.
Odiaba ser tan lenta.
• • •
Jeongguk era nueva en la docencia. Con veinticuatro años y un diploma de Bellas Artes colgado en la pared de su pequeño departamento, podía decirse que estaba bien. No necesariamente feliz ni realizada, pero con las suficientes ganas de vivir como para levantarse cada mañana y convivir con las personas de su nuevo trabajo.
Ese día era oficialmente el primero ejerciendo su profesión de docente. La clase había sido fluida, aunque la desazón que le causó presenciar el ataque de pánico de la chica llamada Park Jimin, la descolocó un poco. Por eso tuvo que seguirlas y notar por ella misma el bienestar de su alumna.
Sacudió la cabeza, incómoda, y caminó hacia la cafetería con su termo de café a medio acabar. Tenía pensado comprar un pan para acompañar su bebida, pero de camino a la fila, un par de ojos la interceptaron. Pequeños, oscuros y con largas pestañas que al espabilar besaban sus párpados inferiores.
Jeongguk frunció el ceño, y Park Jimin bajó la mirada, repentinamente sonrojada.
—Un cruasán, por favor. —pidió.
Minutos después, su celular vibró, «Glass», decía la pantalla. Miró a los lados, y se decidió por contestar.
—¿Yoonji?
—Jeon, carajo, tiempo sin escucharte —la mujer rodó los ojos, sorprendida por la voz arrastrada y grave que no cambiaba—. Cooomo sea, llamaba para avisarte que estoy en Seúl visitando a la familia. ¿Esta noche en El Pentágono?
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(extra)Ordinaria | KookMin
FanfictionPark Jimin es una niña superficial que definitivamente no debería resultarle extraordinaria. Hasta que lo hace, y Jeongguk se encuentra a sí misma pululando a su alrededor cual satélite. O en donde Jimin y Jeongguk son alumna y profesora respectivam...