(extra)Ordinaria | KookMin

XXXVIII.

XXXVIII

Jeongguk recibió la grabación mientras se rascaba la nuca. Jimin la observaba con emoción, sus ojos brillantes.

—Así que... ¿grabaste Serendipity?

—¡Lo hice! —Jimin exclamó, dejando salir una risita— Espero que le guste. A mi hermano y a mí nos agradó el resultado. También concordamos en que debo mejorar.

—Apuesto y lo hiciste muy bien, Jiminie.

Jimin necesitaba de aquellas palabras. Suspiró, agradecida.

—Gracias por la confianza. —murmuró, un tanto apenada.

—No es difícil creerte talentosa. —extendió su mano y acarició las de Jimin, que eran considerablemente más pequeñas.

Al mismo tiempo, Jimin notaba el corazón púrpura en la mano de Jeongguk. Era lindo y muy simétrico, como si no se tratara de un dibujo, sino de un tatuaje.

—Qué lindo~ —gritó en un susurro, no olvidaba que se encontraban en la sala de profesores—, ¿por qué es tan lindo?

—Me lo tatué. —respondió Jeongguk de inmediato.

Jimin sintió sus ojos cristalizados—. ¡¿En serio?!

Por fortuna, nadie volteó a regañarle por su escándalo.

—Me gustó y decidí mantenerlo. —Jeongguk se hizo la desinteresada.

Roseanne la saludó a lo lejos. Jeongguk asintió en su dirección, y la rubia entendió erradamente, ya que empezó a acercarse. Maldijo por lo bajo.

—¿Dijiste algo? —preguntó Jimin, confundida.

Jeongguk no pudo negar, pues Roseanne ya había llegado y tomado asiento junto a Jimin, quien la abrazó por el costado.

—¡Rossie!

—Jiminie, Jeong, ¿qué tal? ¡Con razón no te veía por la cafetería!

—Es que... la profesora Jeongguk me está explicando unos temas que no terminan de quedarme claros. —Jimin se apresuró a decir, sonrojándose.

Jeongguk quiso golpearse el rostro. Jimin era muy obvia. Aunque, en general, hablaban mucho de arte. No era una mentira per se.

—Jimin es buena estudiante. —dijo Roseanne, guiñando un ojo.

¡Se lo había creído! O al menos eso parecía.

—Es curiosa. —Jeongguk se rascó la nuca.

El timbre sonó, enterándolas del final de clases, y Jimin se puso de pie. Le dio un beso a Roseanne en la mejilla y vaciló, pero terminó dándole uno a Jeongguk. Cuando se perdió por el pasillo, inevitablemente los ojos de Jeongguk la siguieron.

—Es encantadora. —escuchó decir a Roseanne.

Jeongguk sacudió la cabeza—. Lo es.

Roseanne pensó en que la mirada perdida de Jeongguk se debía a problemas personas. Había estado esperando el momento adecuado para brindarle su apoyo, esperando una promesa de encuentro extraescolar. Por lo que decidió preguntar:

—¿Estás bien? Sabes que me puedes contar lo que sea.

—¿Qué? Cla-Claro que... estoy bien. —Jeongguk balbuceó.

—Ah... —Roseanne jugó con su largo cabello rubio, mordiéndose el labio inferior. Jeongguk pensó en que no era tan carnoso como el de Jimin—. Me preguntaba si-