LXV.

87 15 12
                                    

⚠️violación y tortura⚠️

LXV

La habitación en la que estaba era rosada. Había muñecas Barbie ocupando toda una pared, y el hombre desnudo y pálido sonreía con diversión. Jimin se dejó mover cual muñeca, quedando sentada en una silla pequeña. Él le acarició el cabello, bajando a sus labios y metiendo el pulgar. La hizo mirarla a los ojos, Jimin lloraba sin poder evitarlo, pero se las arreglaba para no emitir ningún sonido.

—Eres taaaan linda. Mi Barbie~... ¿cómo me llamo?

Jimin negó, sollozando. Él le dio una bofetada que la hizo caer de lado y golpearse el costado. La levantó agarrándola de los senos y Jimin continuó llorando.

—N-No, por... favor...

—¡DI MI NOMBRE!

Jimin parpadeó, ansiosa. No había encontrado indicio de una puerta.

—Se-Señor...

—¡NO! ¡LLÁMAME COMO SOLÍAS HACERLO, JIMINIE!

Amo...

Jimin abrió la boca, pero nada salió. Su garganta estaba seca. El hombre la jaló del cabello, sosteniendo su barbilla con fuerza.

—¿Quién soy, Jiminie? ¿Quién soy para ti?

Sus ojos negros le daban miedo. El aire acondicionado le estaba congelando el cuerpo, pero de nada servía intentar cubrirse. Balbuceó algo poco entendible hasta para ella misma, y entonces él perdió la paciencia. Besó sus labios, brusco, penetrando su boca con aquella lengua ancha y larga. Jimin se mantuvo quieta, pero todavía temblando involuntariamente. Su aliento hedía a alcohol, como antaño.

Amo...

—¿Quién soy? —él susurró, acariciando sus mejillas con falsa delicadeza.

—A-A...

—¿Quién soy, mi Barbie? ¿Quién jugará contigo por siempre?

—A-Amo...

Jimin sollozó, al mismo tiempo que el hombre reía. Era el amo de Jimin, la bonita muñeca que le pertenecería por siempre.

—Ah, Jiminie, cómo te extrañé. Tuve a otras e intenté conseguir otras. Incluso Yoonji y su belleza me resultaron insulsas a tu lado. Y es que... ¡mírate! —su Amo la puso de pie, agarrándola de la mano. Jimin se dejó, cansada de luchar— Tan linda. Tan exuberante. La cantidad de hormonas en tu cuerpo son las causantes de que seas irresistibles. Y tu sumisión... —le dio la vuelta, apreciando la piel blanca manchada de rojo por el maltrato— permite que destruirte sea tan placentero como un orgasmo.

Jimin cayó de rodillas cuando su Amo la soltó. Observó sus uñas mientras, a lo lejos, él hacía ruido al poner la cámara en su lugar. Entonces, Jimin recordó que años atrás también la grababa.

—Amo... —murmuró, ansiando piedad.

—Ah, Jiminie... Te he estado observando, ¿sabes? —mordió las mejillas abultadas— Y resulta que tienes una novia... Las mujeres bonitas no están con otras mujeres, ¿sabes? —Jimin asintió, ida— Ahora te enseñaré otra vez cómo ser una buena mujer. ¿La dejaste que te tocara? —ella no hizo movimiento alguno— ¡Ah, Jiminie, no debiste! Tendré que esforzarme el doble para hacerte entender cómo está destinado a ser. ¿Y esas uñas? —él le agarró las manos, apretando los dedos pequeños. Jimin se quejó— ¡Qué feas las tienes! Tendré que arreglarlas. Luego de tu primera lección.

(extra)Ordinaria | KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora