XXXIII.

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XXXIII

—Me veo ridícula.

Su reflejo le devolvió la mirada asqueada. De todas maneras, se puso en marcha hasta su encuentro con Lisa, en El Pentágono.

—¿Para dónde vas? —le preguntó su madre.

—¿Y a estas horas?

Heesook rodó los ojos. Los ignoró adrede y se marchó hacia su auto.

Escuchar música durante el trayecto estuvo bien. Para cuando llegó, tarareando una canción sobre un astronauta en el océano, estaba más calmada con respecto a cómo se veía. Heesook solía complicarse mucho por su físico; más cuando descubrió recientemente que su peso había disminuido. Sin ningún tipo de causa.

—Hola, ¿vas sola? —fue lo que la recibió al salir del auto.

Rodó los ojos en dirección al hombre gordo que estaba devorando su cuerpo con los ojos, y continuó caminando.

Esta vez fue diferente. El tipo de la entrada no la dejó pasar de inmediato.

—¿Su pago?

—¿Qué?

Mientras tanto, observó que un par de adolescentes entregaban un par de billetes y eran dejados ingresar al lugar. Se indignó, cruzándose de brazos.

—¡Me parece injusto!

—A veces se paga la entrada. —se limitó a responder el hombre grande.

—Genial... —murmuró por lo bajo, abrazándose a sí misma. No había traído abrigo y la tela de su ropa era muy delgada. Además, se había dejado la frente libre, así que el frío penetraba su coronilla.

Varias personas entraron sin problemas. Algunas ni siquiera pagaban, indignando a Heesook.

—¡¿Y por qué ellos no te dieron dinero?!

—Pelea, niña. Así tendrás tu pase gratis.

Heeook sintió su cara caliente de la cólera. No era como si no tuviera con qué pagar, sólo le parecía una falta de respeto que tuviera que hacerlo. Ni que fuera un maldito sitio en perfectas condiciones, o tan siquiera en unas buenas. Cualquier día se derrumbaba.

—Hey. —una mujer en una capucha saludó. Por sus brazos musculosos, Heesook hubiera creído que era un hombre, pero su trasero y sus senos le demostraron lo contrario.

—JK, ¿qué hay?

—¿Está pagando algún tipo de manda? —la señaló a ella. Heesook rodó los ojos, enfadada.

—Nah, es una chiquilla que piensa que somos como el pub de la vuelta. Ven un poco de piel y entras gratis.

—Me parece terrible que cobre por estar en unas instalaciones tan desastrosas. —Heesook lo interrumpió.

—Es elocuente, así que no está drogada. —dijo la mujer recién llegada.

—Entra, JK, la chica tarde o temprano se rendirá.

Pero la tal «JK» no tomó su palabra. Se la quedó mirando unos segundos y soltó un suspiro, sacando su billetera.

—¿Cuánto tiene que pagar?

El tipo dijo el precio y ella dio un billete más grande, dejándole el cambio. Heesook, frunciendo el ceño, la siguió hasta dentro del lugar.

—Oye... No era necesario. Puedo devolverte-

—Déjalo así. Mejor apuesta por mí, a media noche subo a pelear.

Heesook estaba segura de que había visto su rostro en algún lado.

(extra)Ordinaria | KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora