VIII.

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VIII

Jeongguk y Jimin se preparaban para ir a la escuela. Ambas ignorantes de la similitud en sus actos: Queriendo esconder sus cicatrices de los demás.

Mientras que las de Jeongguk eran físicas (tatuajes, quemaduras, golpes que una cantidad considerable de maquillaje escondían), las de Jimin estaban representadas en vivencias que dejaron recuerdos tormentosos.

Como Taeyeon se había ido por la madrugada, solo se encontró con Heesook al despertar, quien estaba en el celular.

—Mi hermano debe estar furioso. Ayer me iba a dar clases de canto y-

—Namjoon oppa no es cantante. —murmuró Heesook.

—Es productor. Tiene su «Cocina» en una habitación al fondo a la derecha, ¿lo olvidas?

—Cómo olvidarlo, si tiene dirección de baño.

Jimin se rio—. ¿Me veo bien? —preguntó en automático mientras se veía en el espejo.

—Por supuesto. —respondió de inmediato. Jimin sonrió y le besó la mejilla.

—¡Gracias, unnie~! ¿Te parece si vamos por un helado luego de que salga de la escuela?

—Esta tarde... Mmmmh, tengo que trabajar en una maqueta a gran escala. Odio la universidad~.

—¡No lo haces! —reprendió— Supongo que tendré que ir con Tae a estudiar. —hizo un puchero.

—Tae a veces se pasa de rigurosa. Ya sabes cómo es su familia.

—Sí...

—Tengo curiosidad por saber cómo es su hermana mayor.

De repente, la puerta fue tocada. La voz grave de Namjoon se escuchó:

—¡Princesa, vamos tarde!

—¡Jinnie irá con ustedes~! —saludó Jin a través de la madera. Jimin soltó una carcajada feliz.

—¡¿JIN OPPA TIENE TIMPO~?! —gritó con voz aguda. Heesook, alegre por la felicidad de su amiga, le dio un beso en la mejilla e hizo un ademán de marcharse por la ventana.

Minutos después, Jimin estaba en medio de Namjoon y Jin, quienes la llenaban de mimos y palabras amorosas. Era su espacio ideal.

Simultáneamente, Jeongguk le pellizcaba las costillas a Yoonji en busca de alguna reacción. La que fuera. Pero no había nada. La mujer era un tronco que respiraba con calma.

—Mierda, Yoonji, tu madre o te quiere mucho o te quiere matar. —murmuró al escuchar el teléfono sonando.

Se marchó en silencio. La gente la miró dos veces; una mujer alta, con tacones delgados, falda oscura y camisa blanca no podía pertenecer a un ambiente tan carente como aquel.

Pensando en qué irse -la estación de trenes más cercana estaba a quince kilómetros-, la Harley pareció brillar.

—Bueno... será en tu lomo, mi liebre. —bromeó.

Moto y falda eran antónimos, pero ella era Jeon Jeongguk.

• • •

—Que tenga buen día, señorita Min.

Taeyeon no respondió. Se bajó del auto, sin despedirse del chofer de su padre.

(extra)Ordinaria | KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora