(extra)Ordinaria | KookMin

XLIX.

XLIX

Jimin tenía dedos pequeños y gorditos. Jeongguk los acariciaba, detallándolos.

—¿Tus papás...? —finalmente, preguntó.

Que Jimin le hubiera preguntado anteriormente sobre su vida familiar le dio la valentía para cuestionarle. Jeongguk era mala conversando y pensaba que todo lo que decía incomodaba a su interlocutor. Sin embargo, se esforzaba por Jimin.

La más joven dejó de respirar. Por la forma en la que estaba apoyada en su cuerpo, Jeongguk lo notó, y no le agradó del todo.

—Mmh, murieron.

—¿Ah? Lo siento tanto.

Jimin negó, haciendo un puchero. Jeongguk se inclinó y le besó el mismo.

—Gracias. E-Estoy bien. Ellos murieron y mi hermano dice que están mejor. También mi... mi psiquiatra.

—¿Tu psiquiatra?

—¿Eso no te gusta? ¡Ya no voy! Dejaron de mandarme medicamentos y estoy mejor y-

Jeongguk la calló con un abrazo apretado—. Te creo. Si quieres no hablamos y ya está.

Jimin asintió. Poco después, se quedó dormida. Jeongguk la dejó acostada y salió por la puerta. La luz del pasillo dio con sus ojos acostumbrados a la oscuridad de la habitación de Jimin, y se tapó con su mano tatuada, que alguien tomó con brusquedad.

Cuando enfocó a Namjoon, quedó perpleja.

—¿Qué haces?

—¿Haces parte de alguna pandilla?

—¿Qué? No.

—Algunos tatuajes están arruinados.

Jeongguk se acarició con brusquedad la mano que Namjoon había tomado y apartó la mirada. Repentinamente recordando sus años de adolescencia en los que luchar, hacerse tatuajes y destruirlos al dar o recibir una paliza era lo habitual. Hasta que lo de Jungkook había sucedido y decidió hacer algo con su vida.

Namjoon la miraba como si pudiera leer entre líneas. Le daba asustaba, para ser sincera. No quería apartarse de Jimin.

—No estoy en ninguna pandilla.

—¿Segura?

Jeongguk asintió e hizo una reverencia—. Lo juro.

Namjoon suspiró, como si se hubiera liberado de un peso. Pero, cuando Jeongguk intentó seguir su camino, Namjoon la interrumpió.

—Jimin no es como las otras chicas. Sé que ya debes pensarlo, porque te gusta, pero ella ha pasado por un trauma significativo y prefiero que no sufra. Si no tienes intenciones reales con ella-

—Las tengo, Namjoon. Yo quiero hacerlo... bien. Aunque sea extraño lo que me haga sentir. Ya no puedo mantenerme alejada.

Namjoon la miró a los ojos como si fuera capaz de ver sus motivaciones. Jeongguk no tuvo miedo, porque era transparente con respecto a sus intenciones. Cuando él sonrió, ella le copió.

—¿No preguntarás por lo que ha pasado?

—Ganas no me faltan, pero... pregunté por sus padres y Jimin reaccionó... inusual. Si ella no quiere compartirme esa historia, estoy bien sin saberla.

En aquel momento, los hoyuelos de Namjoon se mostraron.

Jeongguk llegó a casa con mucha curiosidad, pero ya había interiorizado su decisión por respetar a Jimin y sus vivencias pasadas.