(extra)Ordinaria | KookMin

LXXII.

LXXII

Namjoon llegó de la estación de policía corriendo. Por suerte, no quedaba muy lejos. Quería ver a su hermana antes del juicio de Jin.

Saludó a las enfermeras en la recepción y entró en la habitación de Jimin sin avisar. Ella estaba sentada en la cama con una bandeja de comida y Jeongguk tenía la cuchara en la mano, dándole la sopa.

—Jiminie.

—Oppa, no quiero sopa. —Jimin se cruzó de brazos.

—No es cuestión de querer o no. —la reprendió Jeongguk.

—¡Pero las sopas de Jin son mejores! ¡Quiero de esas!

Jimin podía ser cual niña pequeña y berrinchuda. Namjoon abrió la boca para decirle que comer era imperante en su recuperación, pero una mujer con bata blanca entró.

—Doctora, ¡Jiminie no quiere comer! —la acusó Namjoon, divertido.

Jimin hizo un puchero—. Cla-Claro que sí.

Namjoon se rio. La mirada seria de la mujer lo hizo detenerse. Ella esperó a que Jimin acabara su almuerzo para decir:

—Namjoon-shi... Jimin-shi... Los resultados de todos los exámenes que le mandamos a hacer llegaron... Eh, ella está bien de salud. Maltratada, por supuesto, pero se recuperará.

—¡Qué alivio! —exclamó Namjoon.

—Hicimos una prueba de embarazo —Namjoon se congeló—, a pesar de que lo ideal es esperar una semana de la fecundación. Y.... descubrimos que Jimin es estéril.

Todos callaron. Jimin no sabía cómo sentirse al respecto. Jugó con sus deditos y Jeongguk le besó la frente.

—Vaya —murmuró Namjoon—. Pero... tú no quieres un bebé, ¿verdad? —miró de reojo a Jeongguk.

—Supongo que no...

Era, de cierta forma, decepcionante. Muy en el fondo quería ser madre de una criatura y cuidarla para que no pasara por el mismo infierno que ella.

—Ggukie... —le preguntó a Jeongguk cuando volvieron a estar solas— ¿Tú quieres un bebé? Porque yo no puedo dártelo.

—Nunca me he detenido a pensarlo... pero si tú quieres, hay otros medios. Yo puedo tenerlo.

Jeongguk siempre la tranquilizaba. Jimin también la amaba.

• • •

Roseanne recibía una llamada de un número desconocido cuando la escuela se puso patas para arriba. Todos hablaban de Jimin y del canal de las noticias. Roseanne rodó los ojos; Park Jimin siempre terminaba siendo el centro de atención. Era extenuante.

—¿Sí?

—Hola... ¿Roseanne? Soy Blithe. Te vi hace dos noches en El Pentágono.

Oh... Blithe. Roseanne sintió sus pómulos arder. Olvidó a Jimin.

—Esa soy. Ho-Hola, ¿qué más?

Hablar con Blithe fue divertido. También sirvió para desestresarse.

Pero fue llamada a Dirección. Junto a otro grupo de profesores.

—Es sobre Park Jimin. —dijo la directora y Roseanne ni siquiera se sorprendió.

—¿Y ahora qué? —rodó los ojos.

—Cuida tus modales.

—Lo siento. —se disculpó sin querer.