VII.

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VII

Heesook gustaba de Lisa desde que eran pequeñas. Ella había sido la primera chica que le hizo replantearse su sexualidad a la edad de quince años. Era menor por un año y la conoció cuando ella se mudó de Tailandia.

Verla caminar a lo lejos con esa media sonrisa que acentuaba sus labios carnosos, su altura de casi un metro con setenta (Heesook no lo sabía con exactitud), hacía a todos suspirar. En especial a Heesook, quien se puso de pie, dispuesta a recibirla con un abrazo.

Más temprano en la mañana, Lisa la había invitado a salir, a sabiendas de que Heesook había estado interesada en ella desde hacía siete años. Un escueto mensaje de texto que no antecedió ningún otro.

—Lisa... —murmuró, pero no fue audible.

La chica ladeó la cabeza, como si sintiera pena, y de repente otra fémina se le colgó en el cuello. Lisa rio, agarrándola de la cintura una vez la desconocida se acercó a su rostro y la beso. Heesook no la reconocía de nada, pero tampoco tenía cabeza para hacerlo.

Su corazón se rompió y sintió ganas de llorar.

Aunque se dijo que era obvio, que un «Me gustas mucho, ¿te parece si nos encontramos en El Pentágono? Te adjunto la dirección. No faltes, unnie», no era propio de una persona que la había ignorado por tanto tiempo, se sintió triste.

—¡AHHHH!

El alboroto la hizo dar la vuelta en sí misma. Jimin sollozando en sus brazos fue lo primero que vio. Tenía la ropa interior inferior a medio colocar, y Heesook se apresuró a arreglarla antes de que las personas que se amontonaron se dieran cuenta.

La escena que enfocó la sacó de quicio: Un chico bajo con una capucha le había clavado un lápiz en la mano al tipo que Heesook recordaba como el que se había sentado cerca.

—Pero qué...

—¿Sabes qué le pasa a los que no utilizan sus manos para bien? Se les corta —habló fuerte sin llegar a gritar, todos expectantes. Heesook reconoció la voz como femenina y se sorprendió—. Pero a falta de herramientas... te voy a partir los dedos, ¿está eso bien? Ya arruiné mi lápiz para componer futuros éxitos musicales por tu culpa.

—¡¿QUIÉN-

—¿Quién mierda me creo? ¡Una yonqui en la etapa triste del viaje! —exclamó, agarrando la mano del tipo y doblando el meñique para arriba. Un ruido asqueroso se escuchó— ¡Una maldita perra! —ahora fue turno del anular, que dobló en menos tiempo y sangre empezó a manar— ¡¿Qué pensabas, joderle la vida a la niña mientras la tocabas debajo de la mesa?! —preguntó fuerte, casi desgarrándose la garganta, y acabó con el índice y el corazón al mismo tiempo.

El tipo cayó en medio de un llanto seco, agarrándose la muñeca, y la mujer se tambaleó hacia el lado, la capucha moviéndose un poco. Heesook pudo ver piel pálida y golpes regados por su rostro.

Algunas personas empatizaron con la causa, pues se acercaron a escupir en la cara del hombre noqueado. Otros tantos le pisaron la mano arruinada al salir. A Heesook no le importaba qué pasara con el estúpido animal, quería matarlo de ser posible, pero en ese momento debía hacerse cargo de Jimin, quien continuaba llorando.

—¿Está bien? —preguntó la mujer que la había ayudado.

—S-Sí —respondió Heesook, comenzando a llorar—. Yo me des-descuidé y-

—No eres su madre.

—Sí, pero-

—Vámonos de aquí. —murmuró, agarrando a Heesook del brazo.

(extra)Ordinaria | KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora