(extra)Ordinaria | KookMin

XXX.

XXX

—Come.

Tayeon observó a Yoonji, quien, con los brazos cruzados, se rehusaba a comer. Sus padres, hartos de la reserva de la mujer, compartían miradas preocupadas. Le hacía recordar al pasado. Una vez más Yoonji había aparecido para ser la protagonista de su vida. Ojalá le importara menos de lo que lo hacía.

—Que no quiero.

—Pero no has comido-

—Soy mayor, ¡dejen de controlarme!

El señor Min suspiró, cansado. Procedió a comer su plato como si nada, mientras que la ama de llaves le cambiaba el postre a Yoonji, ya que había decidido que no estaba conforme con su tarta de fresa y prefería helado.

—Le solía gustar de pequeña. —se quejó su madre.

Taeyeon, harta de la situación, estampó la palma de su mano contra la mesa. El estruendo los tomó por sopresa, así que todos se giraron a verla.

—Ya no es una niña, por favor.

—Taeyeon-

—No, mamá, déjame terminar. Eres la responsable de su estado-

—¡¿Que?! —se indignó Yoonji— ¡No soy influenciable!

Para ese punto, Taeyeon ya estaba sudando frío. Más tarde lo adjudicaría a la frustración que le causaba no verse en el extremo receptor de la atracción de Jimin. Afectaba toda su vida, sin excepción. Sus problemas intrafamiliares incluidos.

Se puso de pie e inhaló profundo. Creyó tener algo que decir, pero simplemente sus ojos se aguaron y resolvió marcharse a su habitación sin decir una palabra.

Al mismo tiempo, Yoonji se mordió el labio inferior—. Creo que nunca me ha soportado.

—Es un tanto difícil. —murmuró el chófer, pero Yoonji pudo escuchar, así que lo miró, enojada. Él tuvo la decencia de ponerse un poco rojo.

—Yoonji, hija, ¿estás bien? Tu papá y yo hemos estado pensando en que no lo hacemos bien y siempre logramos hacerte desconfiar-

—Mamá —la interrumpió Yoonji—, claro que no lo hicieron bien —bromeó, pero al ver el rostro horrorizado de sus padres, notó que ellos se lo habían tomado en serio—. Por favor, lo hicieron bien. Sólo que son muy pesados.

—¿Pesados por preocuparnos? —preguntó su padre.

Yoonji agarró su moño de vuelta en su lugar, aunque algunos mechones se regaban sobre sus clavículas.

—Pesados por no aceptar mi estilo de vida.

—Drogarte y ser les-les-

—¡Lesbiana! Dilo, vamos.

La mujer soltó los cubiertos, temblando por la rabia.

—No eres lesbiana.

—Mamá, papá, ¡soy lesbiana! ¡Qué sorpresa! ¡Probablemente ni siquiera fo...folle con un hombre! Definitivamente no después de lo que me pasó.

—No sabes lo que dices. Que te hayan violado no significa que todos los hombres sean iguales.

—Dongju —llamó su padre a la mujer mayor, serio—, déjala en paz.

—Pero-

—Es su decisión. Si quiere estar con un hombre, con una mujer, con un travesti. Es su decisión, ¿vale?