XLIII.

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XLIII

Jeongguk escuchaba a Jimin hablar sobre la última vez que estuvo en una feria con su hermano y se le había alzado el vestido, alertando a un par de hombres. Le dio rabia, por supuesto, no podía creer que todavía existieran trogloditas, pero también regresó triste a casa luego de ser tocada en donde no quería. Jeongguk la abrazó por los hombros a partir de esa historia; no había pensado en que el vestido que Jimin llevaba era un problema, pero la chica parecía ser un dulce andante que a todos encantaba.

Jimin, por su parte, se sentía protegida bajo el manto de Jeongguk. También, había decidido llevar algo por debajo, así que se preparó como debía. Pero no podría negar que su acompañante tenía un efecto particular en ella: La hacía sentir a salvo.

Haciendo la fila, Jeongguk vio la oportunidad de ponerse detrás de Jimin, tomando su cintura entre sus manos. Apretó y la chica volteó a mirarla.

—¿Tienes miedo a las alturas?

Jimin se puso roja en tiempo récord—. ¡¿Lo parezco?!

—Nah. —respondió, con sarcasmo.

—Ahhh, le odio.

Jeongguk sintió ternura por su puchero exagerado. Incluso se cruzó de brazos, cual bebé grande. Balanceó su cuerpo, llevando consigo el de Jimin, quien, con los zapatos altos, parecía de la misma altura de Jeongguk.

—No me odias. —murmuró, presionando su mejilla contra la de Jimin.

—Le odio, Ggukie.

—Si me odias, ¿por qué me llamas así?

—Porque soy una persona amorosa.

—¿Llamas a todos por apodos?

—¡Claro que no!

Jeongguk no pudo evitar reír por lo ridículo de la situación. Yoonji no la dejaría vivir si se enteraba de tal escena. Pero ella no querría estar en otro lugar.

—¿Ggukie? —Jimin la llamó y Jeongguk le respondió con un sonido de garganta— ¿Segura que no necesitas tu abrigo?

Negando, Jeongguk pagó las entradas y recibió varios boletos, para todas las atracciones. A excepción de las infantiles. Aunque Jimin estuviera mirando «disimuladamente» los autos de choque.

—¿No.... podemos? —señaló con su dedito a las personas en dicha atracción.

Jeongguk no tenía ganas de estar despelucada luego del ajetreo que representaban los autos de choque, pero aceptó.

—Ahhh, está bien.

Jimin escondió sus ojos en una sonrisa amplia y Jeongguk pensó en que se veía más linda que nunca. Las luces de colores se reflejaban en su piel clara, haciéndola lucir de película. Le extendió la mano y ella la tomó, así que se dirigieron a los dichosos autos.

Antes, Jimin se detuvo de la nada y señaló un gorro de Mickey Mouse, que estaba colgado en un puesto de disparo. Jeongguk levantó una ceja en su dirección.

—¿Lo quieres?

—Sí~.

Jeongguk de verdad quería molestarse, pero las sensaciones que le provocaba la linda criatura que era Jimin no se parecían a nada que hubiera experimentado en un pasado.

Llegaron al puesto y Jeongguk solicitó algunas flechas. El hombre les explicó la dinámica: Tenía que acertar en cuatro de cinco dianas para poder llevarse algún oso de felpa en la estantería.

Jeongguk asentía, pensando en lo fácil que sería si estuviera en un desafío de fuerza bruta.

—Pe-Pero... Yo quiero el gorrito de Mickey Mouse. —dijo Jimin con voz bajita.

(extra)Ordinaria | KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora