XLIV.

97 17 0
                                    

XLIV

Heesook se dio cuenta de lo adusta que podía ser Yoonji sin drogas en su sistema. Y, aun así, hacía bromas de vez en cuando. Como si estuviera intentando pasar desapercibida su falta de motivación. Pero Heesook se había informado bastante porque de verdad quería ayudarla. Por eso agarró su mano en todo el recorrido por el zoológico. A Yoonji le gustaban los felinos, estuvo mucho tiempo hablando sobre un gatito que tuvo cuando tenía doce, cuyo nombre era «Suga».

—¿Por qué no tener una mascota? —sugirió Heesook mientras le daban de comer a los patos.

Yoonji suspiró—. Quisiera... Pero un perrito es mucha responsabilidad, ¿si le hago algo?

La noche ya había caído y los patos no tenían mucha hambre, a pesar de que estaban jugando en su hábitat. Heesook abrazó a Yoonji por el brazo, recostando su cabeza en el hombro de la mujer, quien le besó la cabeza repentinamente.

—Lo harás bien.

—¿Tú crees? —Yoonji se rascó la nariz, curiosa y algo incómoda por dejar entrever su miedo.

Sin embargo, Heesook salió corriendo de la nada, ya que sus ojos habían captado a una linda ardillita negra que bajaba de un árbol frondoso. Yoonji le siguió.

—¡Claro que sí~! —canturreó, respondiendo tardíamente. La ardillita recogía pasto y lo guardaba en sus ¿mejillas?

—Son sus abazones... Tae tenía un hámster. Era lindo verle guardar la comida... así.

Ambas, absortas en el animal, no hacían más que encantarse por su belleza. Cuando la ardilla subió el árbol, Yoonji miró a Heesook con un puchero pronunciado.

—Necesito una mascota.

—¡Ah~! ¡Adoptaremos un perrito!

Luego, se puso roja.

¿Adoptaremos? Como... ¿Las dos? ¡Ah, qué vergüenza!

Pero Yoonji no parecía estar teniendo un episodio de vergüenza ajena. Al contrario, sonreía gratamente.

—Seremos madres adolescentes.

—Ya no somos adolescentes, eso es hasta los... diecinueve. —Heesook se ríe.

—Somos adolescentes eternas.

—Eres ridícula, Yoonji.

La mujer se limitó a reír, pero no lo negó. Heesook entrelazó sus dedos, sintiendo grata la manera en la que ella apretaba con fuerza.

—¡Vamos a ver los delfines!

• • •

De los animales acuáticos y terrestres, Yoonji tendría que aceptar su inclinación por las pestañas.

—¿Y eso qué significa? —le preguntó Heesook cuando ella soltó su comentario súbitamente.

—Que me gustan los terrestres. Los acuáticos no tienen pestañas, no ves que en el agua no hay polvo.

Heesook le jaló una mejilla—. ¿Por qué eres tan tierna?

Yoonji hizo un puchero—. ¡No soy tierna, soy ruda!

Heesook la consideró divertida. Había muchos adjetivos para Yoonji, cada uno menos apto para todo público que el anterior, pero solía decirlos en su mente. No estaba preparada para desnudar sus tontos pensamientos.

—Ya~, ruda.

Yoonji empezó a tocar la guitarra mientras andaban por el hábitat de los flamencos. Heesook no reconocía la canción de nada.

(extra)Ordinaria | KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora